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Sebastiao Salgado. Frente a la muerte

A Sebastiao Salgado se le ha acusado varias ocasiones de estetizar el sufrimiento.  En el libro De mi tierra a la Tierra, habla sobre este tema y sobre cómo se enfrenta a las situaciones en las que tiene que fotografiar el sufrimiento ajeno.

Sebastiao Salgado, Mali 1985

Región del lago ago Faguibine. Sebastiao Salgado, Mali, 1985.

Como ya he mencionado, he visto tantos sufrimientos, tantos odios y violencias a lo largo de mis reportajes para Éxodos, que acabé tocado. Pero no lamento haberlos realizado. «Cuando uno está frente a la atrocidad, ¿qué es una buena foto?» -me preguntan a veces. En mi respuesta hay pocas palabras: la fotografía es mi lenguaje. El fotógrafo está ahí para cerrar el pico, sean cuales sean las circunstancias, está ahí para ver y fotografiar. A través de la fotografía trabajo, me expreso. A través de ella vivo.

Amo Ruanda, he querido fotografiar a sus trabajadores y sus plantaciones, así como la belleza de sus parques y las atrocidades que se han perpetrado allí, precisamente porque amo este país. En ese periodo de horror, lo fotografié con todo mi corazón. Pensaba que todo el mundo debía saberlo. Nadie tiene derecho a protegerse de las tragedias de su tiempo porque somos todos responsables, en cierto modo, de lo que ocurre en la sociedad que hemos elegido vivir.

Esta sociedad de consumo en la que participamos todos; debemos todos admitir que explota y empobrece a un enorme número de habitantes del planeta. (…) Es nuestro mundo, debemos asumirlo. No son las fotografías las que crean las catástrofes. Las fotos no son más que los síntomas de la disfunción de este mundo en el que participamos todos. Los fotógrafos están ahí para ser su espejo, igual que los periodistas. ¡Y que nadie me hable de voyeurismo! Los mirones son los políticos que permitieron esas catástrofes y los militares que facilitaron la represión en Ruanda. Son ellos los responsables, así como el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que, con todos sus incumplimientos, no impidió que cometieran millones de asesinatos.

Siempre he intentado mostrar a las personas en su dignidad. Casi siempre son víctimas de la crueldad de los acontecimientos. Son fotografiados cuando han perdido su casa, cuando han presenciado el asesinato de sus allegados, en ocasiones, el de sus propios hijos. La inmensa mayoría es inocente y no ha merecido ninguna de las desgracias que les ha caído encima. Mis fotografías: las he hecho porque pensé que todo el mundo debía saber. Es mi punto de vista, pero no obligo a nadie a mirarlas. Mi objetivo no es dar lecciones, ni crear buena conciencia provocando tal o cual sentimiento de compasión. Tomé estas imágenes porque tenía la obligación moral, ética, de hacerlo. En tales momento de tormenta, qué es la moral, qué es la ética -me preguntarán. Es en el instante en el que me encuentro frente a alguien que está muriendo cuando decido si pulso el disparador o no.

Sebastiao Salgado, De mi tierra a la Tierra.

Sebastiao Salgado, Sudán, 1985

Refugiado de Eritrea sosteniendo a su hijo moribundo, llega al campo Wad Sherifai. Sebastiao Salgado,  Sudán, 1985.

Carta de Sebastiao Salgado a los jóvenes fotógrafos.

Seguimos despacito pero sin pausa con los especiales del aniversario. La cuarta entrada más compartida este año ha sido la carta de Paul Strand a los estudiantes de fotografía así que aquí os dejo fragmentos de una carta de Sebastiao Salgado que se publicó en la revista del colegio de periodistas de Barcelona en 1995.

Carta abierta de  Sebastiao Salgado a los jóvenes fotógrafos que quieren comprometerse.

Resumen de la extensa charla que la periodista y fotógrafa Ima Sanchís mantuvo con Salgado, en 1994 en París.

Tenía una pequeña bicicleta con motor que me llevaba de un extremo a otro de la ciudad, de una redacción a otra. Me pateaba todas las revistas y periódicos de París. Siempre he trabajado mucho. Hoy, el hecho de que me haya convertido en una referencia en el mundo de la fotografía documental, no es algo que me agrade, ni creo que deba ser el objetivo de ningún fotógrafo que se dedique a contar una pequeña parte de la historia de la humanidad. Sería un contrasentido. Lo que me ha ayudado a luchar y a vivir, a permanecer firme, ha sido la creencia de que con mi trabajo podría contribuir a crear un debate sobre los errores e injusticias de esta tierra. Los caminos son amplios y uno no puede abarcarlos todos, pero eso no es importante, lo que cuenta es que detrás de tus fotos haya una intención, un sentido que aglutine tu forma de entender la vida y que se exprese de una forma organizada y constante. (…)

La foto de la vida. La posibilidad  de participar siendo tú mismo, con todo tu ser, tu cultura, tu ideología, tu manera de hacer las cosas, en definitiva, con coherencia, en un momento histórico determinado. Participar viviéndolo y contándolo. ¿No es magnífico? (…) La técnica es una variable que tú utilizas para expresar  ese punto de vista y sólo es importante hasta que la dominas completamente. Cuando la técnica deja de ser una variable y se transforma en una constante, porque la has asimilado de una forma personal y te sientes a gusto con ella, entonces se convierte en el papel sobre el que tú vas a escribir. Cada uno tiene su técnica, pero eso no es lo importante, igual que tampoco lo es la elección del blanco y negro o del color. Lo verdaderamente importante e cómo tú, persona implicada en el momento histórico, vas a recibir informaciones del mundo en el que estás viviendo, las vas a ecuacionar en tu cabeza y vas a intervenir en esa realidad a través de la materialización de todo ese proceso.

La fotografía de militancia no es aquella que sostiene una ideología política, sino aquella que defiende la integridad del fotógrafo, de todos sus actos, y se proyecta en la forma de realizar su trabajo. Los reporteros gráficos son aquella gente que sigue la cresta de la ola de la historia y la cuenta. (…) Un reportero gráfico es un vector que une determinados acontecimientos de la vida de determinados grupos humanos con otros agrupamientos humanos que no han tenido la posibilidad de ver y entender esos acontecimientos de forma directa. (…)

Los peligros que conllevan las nuevas tecnologías son importantes. Manipulación de las imágenes, falsificación, producción de imágenes en síntesis, la amalgama de varias fotografías para hacer una foto ideal. Pero de poco sirve únicamente tener miedo, hay que luchar para que se establezcan unas normas bien definidas que regulen esta manipulación, y ese movimiento debe partir de los propios fotógrafos.

Para adaptarse al nuevo universo de comunicación, los fotógrafos tendrán necesariamente que cambiar la manera de pensar y realizar los reportajes. Hasta ahora, la fotografía documental tenía una dimensión muy precisa, la de ilustrar un texto. Yo creo que la fotografía va a tomar una dimensión mucho más amplia, habrá que contar una historia con la secuencia fotográfica. Cada vez más la comunicación se rige por la imagen: es posible es posible pasar una información visual de igual fuerza en España que en China, Brasil o Japón. El texto pasará a ser un complemento de la forma visual. (…) Será necesaria una adaptación en la manera de intervenir en la realidad y contar una historia con la fotografía, que deberá convertirse en una secuencia ideal con principio, desarrollo y fin. (…)

Es probable que el reportero tradicional desaparezca; tal como desaparecerán las grandes agencias de imagen, que actualmente están todas en crisis, si no encuentran una manera de adaptarse a las nuevas formas de información. La rapidez con que estas agencias distribuían las imágenes de actualidad, ya no es el concepto primordial, lo importante es la idea, la globalización, el punto de vista que un fotógrafo aporta sobre los problemas, su propuesta. Es necesaria una revolución del reportero gráfico. Si un joven hoy me preguntara:’¿Qué tengo que hacer para ser un buen reportero gráfico?’, le diría: estudia, procúrate una buena formación, una información general excelente. Tienes que tener una formación en economía, en antropología y en sociología porque vas a tener el privilegio de ser el centro de la información.

Hay que hacer un esfuerzo muy grande de comprensión, de apertura, para entender la realidad en la que estamos involucrados. La sociedad en la que vivimos se ha convertido en algo muy complejo y a la vez muy pequeño. Vivimos en una comunidad planetaria, hay una aproximación de todas las economías, de todas las culturas; todos los problemas del mundo están relacionados. Antes era posible localizar la patria del capital, ahora resulta imposible, la crisis de Japón está íntimamente ligada con la crisis europea. La violencia, la falta de recursos que creíamos un monopolio del tercer mundo del tercer mundo, ya está llegando aquí. Vamos en dirección a la raza universal. Por primera vez en la historia de la humanidad vamos a ser modernos, porque vamos a ser urbanos, en treinta años el 70% de la población mundial vivirá en ciudades y la posibilidad de formación y de información en las ciudades es muy grande; continuamente, simultáneamente, sabremos lo que está ocurriendo en cualquier punto del planeta.

Son muchos los fotógrafos que me han expresado su temor ante la posibilidad de que el cine y el vídeo eclipsen la fotografía. ¿Será necesariamente ése el formato del nuevo universo informativo? Sinceramente, creo que no; porque la fotografía fija resume con claridad un pasaje de la historia. Cualquier fenómeno tiene puntos de intensidad cargados de poder. La fotografía fija ese momento, es un resumen poderoso de la realidad. Y un conjunto de fotografías te cuentan una historia de una forma mucho más contundente de cómo la pueden contar el formato vídeo o cine, donde existen momentos fuertes y momentos de total distracción, disolución. (…) Creo que el discurso fotográfico no va a perder su función, muy al contrario, se va a ver fortalecido por la necesidad de concentración de los mensajes. El texto, el vídeo y la fotografía no son alternativos, son complementarios.

El camino de todo fotógrafo, de todo profesional, es largo; y no siempre tan claro como desearíamos. (…) En esencia, creo que no se trata de especializarse, sino de concentrarse en lo que tú crees que es realmente importante y por lo que vale la pena luchar y vivir.

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Sebastiao Salgado. Carta a los jóvenes fotógrafos

Seguimos despacito pero sin pausa con los especiales del aniversario. La cuarta entrada más compartida este año ha sido la carta de Paul Strand a los estudiantes de fotografía así que aquí os dejo fragmentos de una carta de Sebastiao Salgado que se publicó en la revista del colegio de periodistas de Barcelona en 1995.

Carta abierta de  Sebastiao Salgado a los jóvenes fotógrafos que quieren comprometerse.

Resumen de la extensa charla que la periodista y fotógrafa Ima Sanchís mantuvo con Salgado, en 1994 en París.

Tenía una pequeña bicicleta con motor que me llevaba de un extremo a otro de la ciudad, de una redacción a otra. Me pateaba todas las revistas y periódicos de París. Siempre he trabajado mucho. Hoy, el hecho de que me haya convertido en una referencia en el mundo de la fotografía documental, no es algo que me agrade, ni creo que deba ser el objetivo de ningún fotógrafo que se dedique a contar una pequeña parte de la historia de la humanidad. Sería un contrasentido. Lo que me ha ayudado a luchar y a vivir, a permanecer firme, ha sido la creencia de que con mi trabajo podría contribuir a crear un debate sobre los errores e injusticias de esta tierra. Los caminos son amplios y uno no puede abarcarlos todos, pero eso no es importante, lo que cuenta es que detrás de tus fotos haya una intención, un sentido que aglutine tu forma de entender la vida y que se exprese de una forma organizada y constante. (…)

La foto de la vida. La posibilidad  de participar siendo tú mismo, con todo tu ser, tu cultura, tu ideología, tu manera de hacer las cosas, en definitiva, con coherencia, en un momento histórico determinado. Participar viviéndolo y contándolo. ¿No es magnífico? (…) La técnica es una variable que tú utilizas para expresar  ese punto de vista y sólo es importante hasta que la dominas completamente. Cuando la técnica deja de ser una variable y se transforma en una constante, porque la has asimilado de una forma personal y te sientes a gusto con ella, entonces se convierte en el papel sobre el que tú vas a escribir. Cada uno tiene su técnica, pero eso no es lo importante, igual que tampoco lo es la elección del blanco y negro o del color. Lo verdaderamente importante e cómo tú, persona implicada en el momento histórico, vas a recibir informaciones del mundo en el que estás viviendo, las vas a ecuacionar en tu cabeza y vas a intervenir en esa realidad a través de la materialización de todo ese proceso.

La fotografía de militancia no es aquella que sostiene una ideología política, sino aquella que defiende la integridad del fotógrafo, de todos sus actos, y se proyecta en la forma de realizar su trabajo. Los reporteros gráficos son aquella gente que sigue la cresta de la ola de la historia y la cuenta. (…) Un reportero gráfico es un vector que une determinados acontecimientos de la vida de determinados grupos humanos con otros agrupamientos humanos que no han tenido la posibilidad de ver y entender esos acontecimientos de forma directa. (…)

Sebastiao Salgago

Los peligros que conllevan las nuevas tecnologías son importantes. Manipulación de las imágenes, falsificación, producción de imágenes en síntesis, la amalgama de varias fotografías para hacer una foto ideal. Pero de poco sirve únicamente tener miedo, hay que luchar para que se establezcan unas normas bien definidas que regulen esta manipulación, y ese movimiento debe partir de los propios fotógrafos.

Para adaptarse al nuevo universo de comunicación, los fotógrafos tendrán necesariamente que cambiar la manera de pensar y realizar los reportajes. Hasta ahora, la fotografía documental tenía una dimensión muy precisa, la de ilustrar un texto. Yo creo que la fotografía va a tomar una dimensión mucho más amplia, habrá que contar una historia con la secuencia fotográfica. Cada vez más la comunicación se rige por la imagen: es posible es posible pasar una información visual de igual fuerza en España que en China, Brasil o Japón. El texto pasará a ser un complemento de la forma visual. (…) Será necesaria una adaptación en la manera de intervenir en la realidad y contar una historia con la fotografía, que deberá convertirse en una secuencia ideal con principio, desarrollo y fin. (…)

Es probable que el reportero tradicional desaparezca; tal como desaparecerán las grandes agencias de imagen, que actualmente están todas en crisis, si no encuentran una manera de adaptarse a las nuevas formas de información. La rapidez con que estas agencias distribuían las imágenes de actualidad, ya no es el concepto primordial, lo importante es la idea, la globalización, el punto de vista que un fotógrafo aporta sobre los problemas, su propuesta. Es necesaria una revolución del reportero gráfico. Si un joven hoy me preguntara:’¿Qué tengo que hacer para ser un buen reportero gráfico?’, le diría: estudia, procúrate una buena formación, una información general excelente. Tienes que tener una formación en economía, en antropología y en sociología porque vas a tener el privilegio de ser el centro de la información.

Sebastiao Salgado

Hay que hacer un esfuerzo muy grande de comprensión, de apertura, para entender la realidad en la que estamos involucrados. La sociedad en la que vivimos se ha convertido en algo muy complejo y a la vez muy pequeño. Vivimos en una comunidad planetaria, hay una aproximación de todas las economías, de todas las culturas; todos los problemas del mundo están relacionados. Antes era posible localizar la patria del capital, ahora resulta imposible, la crisis de Japón está íntimamente ligada con la crisis europea. La violencia, la falta de recursos que creíamos un monopolio del tercer mundo del tercer mundo, ya está llegando aquí. Vamos en dirección a la raza universal. Por primera vez en la historia de la humanidad vamos a ser modernos, porque vamos a ser urbanos, en treinta años el 70% de la población mundial vivirá en ciudades y la posibilidad de formación y de información en las ciudades es muy grande; continuamente, simultáneamente, sabremos lo que está ocurriendo en cualquier punto del planeta.

Son muchos los fotógrafos que me han expresado su temor ante la posibilidad de que el cine y el vídeo eclipsen la fotografía. ¿Será necesariamente ése el formato del nuevo universo informativo? Sinceramente, creo que no; porque la fotografía fija resume con claridad un pasaje de la historia. Cualquier fenómeno tiene puntos de intensidad cargados de poder. La fotografía fija ese momento, es un resumen poderoso de la realidad. Y un conjunto de fotografías te cuentan una historia de una forma mucho más contundente de cómo la pueden contar el formato vídeo o cine, donde existen momentos fuertes y momentos de total distracción, disolución. (…) Creo que el discurso fotográfico no va a perder su función, muy al contrario, se va a ver fortalecido por la necesidad de concentración de los mensajes. El texto, el vídeo y la fotografía no son alternativos, son complementarios.

El camino de todo fotógrafo, de todo profesional, es largo; y no siempre tan claro como desearíamos. (…) En esencia, creo que no se trata de especializarse, sino de concentrarse en lo que tú crees que es realmente importante y por lo que vale la pena luchar y vivir.

Capçalera: revista del Col·legi de Periodistes de Barcelona, marzo de 1995.

Sebastiao Salgado

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¿Qué es esto?

‘Sé productivo y reabastece la Tierra’ de Sebastiao Salgado

El mundo está en peligro, tanto la naturaleza como la humanidad. Se ha oído tantas veces este grito de alarma que ahora es totalmente ignorado. Se organizan rutinariamente conferencias para debatir el calentamiento global, el desarrollo sostenible, el abastecimiento de agua, la desforestación, la pobreza endémica, la epidemia del SIDA, las necesidades de vivienda y otros aspectos de la crisis global. Pero la lucha diaria por la supervivencia de la mayor parte de la humanidad y la sed de confort y de riqueza de una minoría significa que, en la práctica, estos problemas fundamentales sólo se abordan superficialmente. Hemos perdido el contacto con la esencia de la vida en la tierra.

La idea moderna de que el ser humano y la naturaleza son dos cosas distintas es absurda. Nuestra relación con la naturaleza, con nosotros mismos, se ha roto. Como la especie más desarrollada, la humanidad puede tener una relación especial, a menudo dominante con la naturaleza pero eso no significa que no forme parte de ella. De hecho, no podemos sobrevivir sin ella. La rápida urbanización a la que hemos asistido desde el siglo pasado ha distanciado a la humanidad de cada animal y planta, de la esencia de la vida en sí misma. Vivimos en disonancia con los elementos que componen el universo, como si nosotros no hubiésemos aparecido del mismo modo, como si fuéramos únicamente seres racionales. Estamos despreciando las cualidades espirituales e instintivas que hasta ahora han garantizado nuestra supervivencia. Asumimos grandes riesgos cuando nos diatanciamos de las raíces de la naturaleza, raíces que en el pasado siempre nos hicieron sentir parte de un todo.

Sólo las generaciones más recientes han llegado a reconocer la posibilidad real de la destrucción de la naturaleza. Hoy, vivimos en un planeta que puede morir. Usamos energía nuclear en varios campos, en nuestra vida diaria y en programas científicos, pero realmente no llegamos a entender el riesgo que suponen los efectos secundarios de los residuos nucleares. Ya hemos acumulado una cantidad inabarcable de armas nucleares que pueden ser usadas tanto en la guerra como por terroristas. También estamos amenazados por un desastre medioambiental. Las granjas industriales y la cría de ganado a gran escala están usando técnicas que diezman los hábitats naturales, mientras que se intoxican la tierra y el agua por el uso excesivo de productos químicos. Se produce pensando únicamente en la comodidad y en lo que es fácil convertirse en objeto de comercio.Estamos dañando la estratosfera y destruyendo las últimas tierras de bosques tropicales con la reducción paralela de la fotosíntesis que nos garantiza nuestra supervivencia. Nuestra existencia está en peligro.

Todo es el trágico espejo de la situación actual de la humanidad. Se ha creado una riqueza inmensa gracias al trabajo de todo el mundo, pero está concentrada en las manos de muy poca gente, lo que siembra tensiones entre las sociedades acomodadas y  un puñado de países ricos y el resto del mundo. Producimos más comida que nunca y aún así millones de personas mueren de hambre. En las últimas décadas hemos sido testigos de los peores actos de genocidio de nuestra historia.

A lo largo del siglo XX, el crecimiento acelerado de la población y el desarrollo económico ha destruido los hábitats naturales de las zonas más templadas de hemisferio norte. Ahora, el foco de destrucción ha pasado a regiones tropicales muy diversas. Veinticinco regiones del mundo, donde están más de la mitad de las especies del planeta, han perdido un 90% de su hábitat natural; esta extraordinaria biodiversidad se enfrenta a su última batalla en menos del 1.4% de la superficie de la tierra.

Sólo en zonas salvajes la biodiversidad todavía prospera. (…)

Por ello, a pesar de todo el daño que ya hemos causado al medioambiente, todavía podemos encontrar en estas áreas salvajes, un mundo lleno de pureza e inocencia. En un intento de reconectar nuestra especie con el planeta, procuro explorar este mundo para documentar las caras sin mancha de la naturaleza y la humanidad: cómo es la naturaleza sin hombres ni mujeres, y cómo la humanidad y la naturaleza han coexistido mucho tiempo en lo que hoy llamamos equilibrio ecológico.

Este proyecto está pensado para volver a conectarnos al mundo tal y como era antes de que la humanidad lo alterase hasta resultar prácticamente irreconocible. Este proyecto es la continuación de la búsqueda fotográfica que ha guiado mis libros y exposiciones Other Americas, Sahel: L’Homme en Détresse, Workers and Migrations. En estos trabajos anteriores, no me centré específicamente en el entorno pero estaba constantemente enfrentándome al dramático deterioro de la relación del hombre con la naturaleza. Con frecuencia, la extrema pobreza y las migraciones son el resultado de la degradación y la contaminación de los recursos naturales.

También es un proyecto nacido de la iniciativa que mi mujer, Lélia Deluiz Wanick, y yo emprendimos para reforestar 1500 acres de tierra que poseemos en Brasil con las especies originales del Bosque Atlántico, una de las 25 “zonas calientes” del planeta. Desde el principio, la idea era crear un proyecto piloto que sirviera como modelo para reforestar las áreas arrasadas a lo largo de Brasil. También fundamos el Instituto Terra para dar educación medioambiental en municipios oficiales, profesores, granjeros y estudiantes. Ya hemos plantado medio millón de árboles, mientras que en nuestra escuela se ha graduado la primera generación de estudiantes. Creemos que Instituto Terra está demostrando que es posible dar marcha atrás al reloj y recuperar aquello que parecía perdido para siempre.

Concibo el proyecto como un camino potencial hacia el redescubrimiento de la humanidad de la naturaleza. Lo he llamado Génesis porque, en medida de lo posible, quiero volver al origen de nuestro planeta: al aire, al agua y fuego del que nacimos; a las especies que se han resistido a la domesticación y que todavía son salvajes; a las tribus remotas cuyo “primitivo” modo de vida se ha mantenido intocable con el paso del tiempo; y a los ejemplos supervivientes de los primeros poblados y asentamientos humanos. Este viaje representa una especie de antropología planetaria. También está pensado para proponer la conservación de este mundo aún no contaminado y, en la medida de lo posible, su expansión para que este desarrollo no sea proporcionalmente reducido por la destrucción.

Mis fotografías se dividirán en cuatro capítulos. Pero después habrá un viaje de exploración y descubrimiento, tengo una idea más clara de lo que quiero mirar de lo que me voy a encontrar.

Traducción del artículo publicado en Guardian.
Aquí tenéis la web del autor.

Sebastiao Salgado. Sé productivo y reabastece la Tierra

Sebastiao Salgado Génesis

Sebastiao Salgado, Alaska 2009.

 El mundo está en peligro, tanto la naturaleza como la humanidad. Se ha oído tantas veces este grito de alarma que ahora es totalmente ignorado. Se organizan rutinariamente conferencias para debatir el calentamiento global, el desarrollo sostenible, el abastecimiento de agua, la desforestación, la pobreza endémica, la epidemia del SIDA, las necesidades de vivienda y otros aspectos de la crisis global. Pero la lucha diaria por la supervivencia de la mayor parte de la humanidad y la sed de confort y de riqueza de una minoría significa que, en la práctica, estos problemas fundamentales sólo se abordan superficialmente. Hemos perdido el contacto con la esencia de la vida en la tierra.

La idea moderna de que el ser humano y la naturaleza son dos cosas distintas es absurda. Nuestra relación con la naturaleza, con nosotros mismos, se ha roto. Como la especie más desarrollada, la humanidad puede tener una relación especial, a menudo dominante con la naturaleza pero eso no significa que no forme parte de ella. De hecho, no podemos sobrevivir sin ella. La rápida urbanización a la que hemos asistido desde el siglo pasado ha distanciado a la humanidad de cada animal y planta, de la esencia de la vida en sí misma. Vivimos en disonancia con los elementos que componen el universo, como si nosotros no hubiésemos aparecido del mismo modo, como si fuéramos únicamente seres racionales. Estamos despreciando las cualidades espirituales e instintivas que hasta ahora han garantizado nuestra supervivencia. Asumimos grandes riesgos cuando nos distanciamos de las raíces de la naturaleza, raíces que en el pasado siempre nos hicieron sentir parte de un todo.

Sebastiao Salgado Génesis

Pescando en el lago Piulaga, Mato Grosso. Sebastiao Salgado, Brazil, 2005.

Sólo las generaciones más recientes han llegado a reconocer la posibilidad real de la destrucción de la naturaleza. Hoy, vivimos en un planeta que puede morir. Usamos energía nuclear en varios campos, en nuestra vida diaria y en programas científicos, pero realmente no llegamos a entender el riesgo que suponen los efectos secundarios de los residuos nucleares. Ya hemos acumulado una cantidad inabarcable de armas nucleares que pueden ser usadas tanto en la guerra como por terroristas. También estamos amenazados por un desastre medioambiental. Las granjas industriales y la cría de ganado a gran escala están usando técnicas que diezman los hábitats naturales, mientras que se intoxican la tierra y el agua por el uso excesivo de productos químicos. Se produce pensando únicamente en la comodidad y en lo que es fácil convertirse en objeto de comercio.Estamos dañando la estratosfera y destruyendo las últimas tierras de bosques tropicales con la reducción paralela de la fotosíntesis que nos garantiza nuestra supervivencia. Nuestra existencia está en peligro.

Todo es el trágico espejo de la situación actual de la humanidad. Se ha creado una riqueza inmensa gracias al trabajo de todo el mundo, pero está concentrada en las manos de muy poca gente, lo que siembra tensiones entre las sociedades acomodadas y  un puñado de países ricos y el resto del mundo. Producimos más comida que nunca y aún así millones de personas mueren de hambre. En las últimas décadas hemos sido testigos de los peores actos de genocidio de nuestra historia.

A lo largo del siglo XX, el crecimiento acelerado de la población y el desarrollo económico ha destruido los hábitats naturales de las zonas más templadas de hemisferio norte. Ahora, el foco de destrucción ha pasado a regiones tropicales muy diversas. Veinticinco regiones del mundo, donde están más de la mitad de las especies del planeta, han perdido un 90% de su hábitat natural; esta extraordinaria biodiversidad se enfrenta a su última batalla en menos del 1.4% de la superficie de la tierra.

Sólo en zonas salvajes la biodiversidad todavía prospera. (…)

Sebastiao Salgado Génesis

Renos de los Nenets. Sebastiao Salgado, península de Yamal, Siberia, 2011.

Por ello, a pesar de todo el daño que ya hemos causado al medioambiente, todavía podemos encontrar en estas áreas salvajes, un mundo lleno de pureza e inocencia. En un intento de reconectar nuestra especie con el planeta, procuro explorar este mundo para documentar las caras sin mancha de la naturaleza y la humanidad: cómo es la naturaleza sin hombres ni mujeres, y cómo la humanidad y la naturaleza han coexistido mucho tiempo en lo que hoy llamamos equilibrio ecológico.

Este proyecto está pensado para volver a conectarnos al mundo tal y como era antes de que la humanidad lo alterase hasta resultar prácticamente irreconocible. Este proyecto es la continuación de la búsqueda fotográfica que ha guiado mis libros y exposiciones Other Americas, Sahel: L’Homme en Détresse, Workers and Migrations. En estos trabajos anteriores, no me centré específicamente en el entorno pero estaba constantemente enfrentándome al dramático deterioro de la relación del hombre con la naturaleza. Con frecuencia, la extrema pobreza y las migraciones son el resultado de la degradación y la contaminación de los recursos naturales.

Sebastiao Salgado Génesis

Sebastiao Salgado, Parque Nacional Kafue, Zambia, 2010.

También es un proyecto nacido de la iniciativa que mi mujer, Lélia Deluiz Wanick, y yo emprendimos para reforestar 1500 acres de tierra que poseemos en Brasil con las especies originales del Bosque Atlántico, una de las 25 “zonas calientes” del planeta. Desde el principio, la idea era crear un proyecto piloto que sirviera como modelo para reforestar las áreas arrasadas a lo largo de Brasil. También fundamos el Instituto Terra para dar educación medioambiental en municipios oficiales, profesores, granjeros y estudiantes. Ya hemos plantado medio millón de árboles, mientras que en nuestra escuela se ha graduado la primera generación de estudiantes. Creemos que Instituto Terra está demostrando que es posible dar marcha atrás al reloj y recuperar aquello que parecía perdido para siempre.

Concibo el proyecto como un camino potencial hacia el redescubrimiento de la humanidad de la naturaleza. Lo he llamado Génesis porque, en medida de lo posible, quiero volver al origen de nuestro planeta: al aire, al agua y fuego del que nacimos; a las especies que se han resistido a la domesticación y que todavía son salvajes; a las tribus remotas cuyo “primitivo” modo de vida se ha mantenido intocable con el paso del tiempo; y a los ejemplos supervivientes de los primeros poblados y asentamientos humanos. Este viaje representa una especie de antropología planetaria. También está pensado para proponer la conservación de este mundo aún no contaminado y, en la medida de lo posible, su expansión para que este desarrollo no sea proporcionalmente reducido por la destrucción.

Mis fotografías se dividirán en cuatro capítulos. Pero después habrá un viaje de exploración y descubrimiento, tengo una idea más clara de lo que quiero mirar de lo que me voy a encontrar.

Sebastiao Salgado. Génesis

Iguana marina. Sebastiao Salgado, Galápagos, Ecuador, 2004.

 

Traducción del artículo publicado en Guardian.
Aquí tenéis la web del autor.

Pie de foto: Sebastiao Salgado

Estuve en Kuwait en 1991. La primera Guerra del Golfo acababa de terminar, pero los pozos de petróleo seguían ardiendo. Para entrar en el país tuve que ir a Arabia Saudi y alquilar un cuatro ruedas de color arena –porque ese era el color de los coches del ejército estadounidense. Luego, para cruzar la frontera, alguien me dijo que encontrara una tarjeta del color del carnet de identidad de los soldados estadounidenses, y que la moviera de arriba abajo. Nadie me paró y pasé la frontera.

Lo que era increíble en Kuwait era la sensación de estar en un teatro gigante del tamaño del planeta, con esos pozos de petróleo ardiendo por todos lados. A veces podías estar dos o tres días sin ver la luz del sol pasando por las enormes nubes de humo negro, luego, de repente, se abría el cielo. Era bastante peligroso. Había bombas de racimo sin explotar en la arena. Un periodista y un fotógrafo murieron cuando atravesaban una mancha de petróleo y ésta salió ardiendo.

Esta fotografía es de una serie que hice con un grupo de bomberos especialistas de Canadá, que estaban luchando con un pozo de petróleo que estaba ardiendo. Apagar el fuego les llevó días, incluso tuvieron que encender un fuego más pequeño para que el lago de petróleo no se acumulara alrededor de ellos y aún así, ése no era el mayor problema. Lo peor para estos tipos fue sellar el pozo, eso sí que era el infierno. Los hombres de Sadam Hussein habían usado muchos explosivos, dejando la boca del pozo muy deformada. Como Kuwait es el punto más bajo del vasto campo de petróleo del Medio Oriente, la presión era enorme, inyectando el petróleo con un ruido de motores como un 747. Todo era completamente negro. No podías oir a nadie.

Era un lugar increíblemente peligroso para trabajar, porque el petróleo era muy ligero, como la gasolina de los coches –así que prende muy rápido y el olor es muy fuerte. En un momento dado, uno de los canadienses se acercó demasiado, inhaló mucho gas, y cayó inconsciente. Mientras tanto, estos tipos trabajaban con sus herramientas e instrumentos, sabían que si tocaban metal con metal lo suficientemente fuerte para crear una chispa, el fuego se los habría tragado. Como yo estaba haciendo fotos, a veces sí que había alguna explosión al estallar el gas a través del pozo, pero no ardía. Los bomberos ganaron mucho dinero, por supuesto, pero el trabajo era tan agotador y tan duro que unas cuantas veces vi a algunos de ellos sentarse y romper a llorar.

Trabajar en medio de todo esto era extraordinario. Uno de mis objetivos se combó por el calor, así que me quedé sólo con dos: uno de 35 y otro de 60mm. Esto me obligaba a estar muy cerca de estos tipos todo el rato. Como resultado, estaba empapado de petróleo y me sentía muy involucrado con el peligro, el ambiente, la belleza extraña y el duro trabajo que estaba ocurriendo delante de mí. La única forma de poder aguantar era llevando en un depósito de dos litros de gasolina y un rollo de papel de cocina en la bolsa de mi cámara. Echaba un poco de gasolina en un trozo de papel de cocina, me limpiaba las manos, el objetivo y la parte trasera de la cámara y volvía a entrar. Al final, después de trabajar muchos días con ellos, me sentía parte del equipo. Todos intimamos mucho.

Trabajo en historias más que en fotos individuales. Pero para mí, esta foto es especial: es una foto increíble de dos tíos intentando sellar un pozo. Están completamente cubiertos de petróleo y uno de ellos está de pie como una estatua que se ha vuelto negra con el tiempo. Me recuerda a esas imágenes que ves de la primera guerra mundial con la luz gris de Verdún. En el momento que la hice, supe que sería buena. Al mismo tiempo, estaba muy asustado. Tenía la boca seca. Esa noche, cuando volví a mi hotel en Ciudad de Kuwait, noté que tenía tensa la mandíbula y que me dolían las encías de apretar los dientes todo el día. Pero tenía que estar allí para hacer esas fotos. Sabía que estaba siendo testigo de cosas poderosas y extraordinarias que no volverían a pasar.

Guardian.

Sebastiao Salgado. Bomberos sellando un pozo de petróleo

Sebastiao Salgado Workers

Sebastiao Salgado, Kuwait, 1991.

Estuve en Kuwait en 1991. La primera Guerra del Golfo acababa de terminar, pero los pozos de petróleo seguían ardiendo. Para entrar en el país tuve que ir a Arabia Saudi y alquilar un cuatro ruedas de color arena –porque ese era el color de los coches del ejército estadounidense. Luego, para cruzar la frontera, alguien me dijo que encontrara una tarjeta del color del carnet de identidad de los soldados estadounidenses, y que la moviera de arriba abajo. Nadie me paró y pasé la frontera.

Lo que era increíble en Kuwait era la sensación de estar en un teatro gigante del tamaño del planeta, con esos pozos de petróleo ardiendo por todos lados. A veces podías estar dos o tres días sin ver la luz del sol pasando por las enormes nubes de humo negro, luego, de repente, se abría el cielo. Era bastante peligroso. Había bombas de racimo sin explotar en la arena. Un periodista y un fotógrafo murieron cuando atravesaban una mancha de petróleo y ésta salió ardiendo.

Esta fotografía es de una serie que hice con un grupo de bomberos especialistas de Canadá, que estaban luchando con un pozo de petróleo que estaba ardiendo. Apagar el fuego les llevó días, incluso tuvieron que encender un fuego más pequeño para que el lago de petróleo no se acumulara alrededor de ellos y aún así, ése no era el mayor problema. Lo peor para estos tipos fue sellar el pozo, eso sí que era el infierno. Los hombres de Sadam Hussein habían usado muchos explosivos, dejando la boca del pozo muy deformada. Como Kuwait es el punto más bajo del vasto campo de petróleo del Medio Oriente, la presión era enorme, inyectando el petróleo con un ruido de motores como un 747. Todo era completamente negro. No podías oír a nadie.

Era un lugar increíblemente peligroso para trabajar, porque el petróleo era muy ligero, como la gasolina de los coches –así que prende muy rápido y el olor es muy fuerte. En un momento dado, uno de los canadienses se acercó demasiado, inhaló mucho gas, y cayó inconsciente. Mientras tanto, estos tipos trabajaban con sus herramientas e instrumentos, sabían que si tocaban metal con metal lo suficientemente fuerte para crear una chispa, el fuego se los habría tragado. Como yo estaba haciendo fotos, a veces sí que había alguna explosión al estallar el gas a través del pozo, pero no ardía. Los bomberos ganaron mucho dinero, por supuesto, pero el trabajo era tan agotador y tan duro que unas cuantas veces vi a algunos de ellos sentarse y romper a llorar.

Trabajar en medio de todo esto era extraordinario. Uno de mis objetivos se combó por el calor, así que me quedé sólo con dos: uno de 35 y otro de 60 mm. Esto me obligaba a estar muy cerca de estos tipos todo el rato. Como resultado, estaba empapado de petróleo y me sentía muy involucrado con el peligro, el ambiente, la belleza extraña y el duro trabajo que estaba ocurriendo delante de mí. La única forma de poder aguantar era llevando en un depósito de dos litros de gasolina y un rollo de papel de cocina en la bolsa de mi cámara. Echaba un poco de gasolina en un trozo de papel de cocina, me limpiaba las manos, el objetivo y la parte trasera de la cámara y volvía a entrar. Al final, después de trabajar muchos días con ellos, me sentía parte del equipo. Todos intimamos mucho.

Trabajo en historias más que en fotos individuales. Pero para mí, esta foto es especial: es una foto increíble de dos tíos intentando sellar un pozo. Están completamente cubiertos de petróleo y uno de ellos está de pie como una estatua que se ha vuelto negra con el tiempo. Me recuerda a esas imágenes que ves de la primera guerra mundial con la luz gris de Verdún. En el momento que la hice, supe que sería buena. Al mismo tiempo, estaba muy asustado. Tenía la boca seca. Esa noche, cuando volví a mi hotel en Ciudad de Kuwait, noté que tenía tensa la mandíbula y que me dolían las encías de apretar los dientes todo el día. Pero tenía que estar allí para hacer esas fotos. Sabía que estaba siendo testigo de cosas poderosas y extraordinarias que no volverían a pasar.

Guardian.

Entrevista a Jimmy Fox, editor gráfico de Magnum.

Estupenda entrevista publicada en XLSemanal. Me quedo con la frase «Con el ordenador ha venido a producirse una diarrea visual».

Jimmy Fox por Susana Vera.

Están colocadas al azar, sin ningún criterio estético apreciable, enmarcadas de forma casual, algunas ladeadas y todas cubiertas de una fina capa de polvo. Pero ahí están, las fotos originales de Robert Capa, Josef Koudelka, George Rodger, Gilles Peress… en el recibidor de este pequeño apartamento parisino en el que vive desde hace 30 años Jimmy Fox, el hombre que ha editado durante medio siglo el material gráfico de Magnum, la agencia más prestigiosa del mundo. Sus ojos han sido los primeros en ver fotos que han hecho historia –Tiananmen, Somalia, Beirut, Sabra y Chatila…– antes incluso de que los fotógrafos que seguían en el frente supieran a ciencia cierta lo que habían captado. Llegó a la fotografía cuando en 1956 lo contrataron para organizar los archivos de la OTAN. Diez años después, en mayo de 1966, Cornell Capa lo contrató para organizar la oficina de Magnum en Nueva York. «Sí, debo de ser el editor gráfico vivo más viejo.» En el salón de su casa, llena de libros, documentos y recuerdos y ya retirado del día a día de la agencia, sigue trabajando en varios libros y exposiciones. Con un entusiasmo propio de los 20 años y la sabiduría de los 72, habla para XLSemanal.

XLSemanal. Cuando llegó a Magnum, la agencia llevaba funcionando casi una década, pero no había un archivo organizado. Habría un montón de material…
Jimmy Fox.
Sí, había muchas fotos, pero nada más. Sólo había un télex. Ni fotocopiadora ni grabadora ni nada. Y esto era mucho antes de que Bill Gates tuviese idea alguna. Me preocupaba enormemente la preservación del material gráfico. Dediqué a aquello cinco años.

XL. Miró todos los negativos de todos los fotógrafos, en hojas de contacto (tamaño 5 cm x 3 cm), ¿debe de tener un ojo bien entrenado?
J.F.
Sí, hay que tener buen ojo. Yo lo tengo. Puedo mirar contactos muy rápido. Hay que ser metódico y preciso.

XL. ¿Qué se necesita para ser un buen editor gráfico, para seleccionar las mejores fotos entre miles?
J.F.
Es importante entender de composición, pero sobre todo debes comprender al sujeto fotografiado, tener compasión, respeto y ser humilde. No puedes caer en el error de ser tan perfeccionista y quedarte sólo en la composición y no en el contenido. En uno de sus primeros trabajos con Magnum, James Nachtwey volvió de Rumanía de fotografiar los orfanatos. Eran unas imágenes muy sentimentales, lo que llamamos peephole, como el que mira por una mirilla. El fotógrafo se había apropiado del sujeto en lugar de ser testigo. Cuando tratas con el sufrimiento humano y juegas con la estética, es peligroso. Es un límite muy difícil de trazar. ¿Quién es más importante, el sujeto que sufre o el fotógrafo y su estética?

XL. Detecto una crítica hacia esas fotos que muestran el hambre y la muerte de forma estética, como las de Nachtwey o Salgado que todos tenemos en la cabeza.
J.F.
No necesariamente. Conozco bien a Sebastião Salgado. Cuando regresó de su trabajo sobre el hambre y vi todo su material, recuerdo haberme despertado una noche con una imagen en la cabeza que no me dejaba dormir, una de un niño intubado… si a mí no me dejaba dormir una foto, ¿qué le estaría pasando a él, que estuvo allí? Conozco la situación personal de Sebastião, que tiene un hijo con síndrome de Down, conozco su sensibilidad, y se había pasado todo el día, muchos días, en un campo en el que los niños morían de hambre. Eso, forzosamente, te cambia. ¿Cómo lidia él con esa situación? ¿Cómo la plasma? Eso es lo determinante.

XL. ¿Y supongo que Salgado le contaría sus impresiones, lo que había sentido?
J.F.
Sí, Sebastião te da todo tipo de información. Y eso es importante. La autenticidad. No puedes editar basándote sólo en lo gráfico. Necesitas conocer la historia. Por eso es vital el de-briefing, que te cuenten lo que han vivido. Magnum siempre ha tratado con temas de preocupación social, lo que requiere un gran respecto por lo que se fotografía. Como fotógrafo, no puedes ser más importante que la persona que está frente a ti. No me gusta el oportunismo. Por eso no me gustan las imágenes de asilos, psiquiátricos, prisiones, de gente que no se puede defender, porque las personas se convierten en objetos. Corres el riesgo de convertirte en el fotógrafo del horror.
XL. ¿Se atrevería a elegir a los fotógrafos más importantes?
J.F.
Es embarazoso categorizar quién es importante o no…Además, siempre ofendes a quien no mencionas. Sin duda, Henri Cartier Bresson me ha influido enormemente. Hablábamos mucho, sobre todo de dibujo, afición que compartimos. Tenía una gran curiosidad por todo. Kertesz era también generoso y estaba siempre alerta como una ardilla. Koudelka, a quien conozco desde que llegó a Magnum, es un ejemplo de generosidad y búsqueda de la perfección. Siempre tiene una palabra amable…

XL. Es curioso que cuando habla de ellos, los juzga como personas y no como fotógrafos…
J.F.
Es que, primero, son amigos y, luego, fotógrafos. Cuando me gustan las fotos de alguien, quiero conocerlo. Para valorar su trabajo, su comportamiento humano debe ser igual a su talento. El talento no lo es todo.

XL. ¿Qué opina de la figura del fotógrafo empotrado?
J.F.
Que ya no van a ir ni empotrados, porque ahora los secuestran…

XL. ¿Creen que los fotógrafos y periodistas ya no irán a cubrir guerras?
J.F.
Lo que creo es que no deberías arriesgar tu vida ni la de los demás para hacer fotos cuyo objeto es llenar páginas de periódicos y revistas cuyo objeto, a su vez, es ganar dinero con la publicidad que va junto a esas fotos.

XL. ¿Pero no es eso lo que hacen desde hace décadas los fotógrafos de Magnum, jugarse la vida para hacer fotos que se publiquen?
J.F.
No. Aquí hay dos cosas distintas: una es el fotógrafo que, sin ser enviado por un medio, cogía la mochila y, porque estaba convencido de ello, porque se sentía comprometido con el tema, iba a una guerra o un conflicto y otra distinta es cuando un medio te envía a cubrir una guerra para que defiendas su punto de vista y llenes unas páginas que van a reportar un dinero.

XL. Pero da igual. Al final, el primero, por muy mochilero que sea o muy comprometido que esté, tendrá que plegarse a las condiciones del medio en el que quiere publicar.
J.F.
Hay una enorme diferencia. El primero tiene el control sobre el material que envía al medio, lo edita y puede aportar su propia visión, que el medio compra o no. El segundo tiene que entregar todo el material, todo el filme que la publicación le ha dado y no controla el enfoque. Cuando quisieron enviar a Susan Meiselas a Nicaragua (en los 70), se planteó esta cuestión y le dijimos: «Ve sólo si crees que debes hacerlo, pero no lo hagas porque si no vas a una guerra, traicionas el espíritu de Magnum».

XL. ¿Y cuál es ese espíritu de Magnum?
J.F.
(Silencio) Perfeccionismo y honestidad.

XL. ¿Y cómo sabes quiénes son los fotógrafos ‘honestos’, a los que realmente les interesa?
J.F.
Los que han ido antes de que estalle el conflicto, los que siguen lo que pasa, los que han dado los primeros pasos, los que se toman su tiempo… a esos les interesa de verdad. Los otros van de safari. El editor de Newsweek me comentaba hace poco que tiene tantos chicos con una cámara deseando ir a cubrir conflictos que podría llenar un avión cada semana. Construir tu carrera sobre un sueño violento es muy peligroso. Van a la guerra como si fuesen a un parque de atracciones, no saben dónde se meten y, claro, los matan.

XL. ¿Influye de alguna forma la fotografía en los acontecimientos que registra?
J.F.
Quizá para otra generación. Como memoria para el futuro. Ahora es puro consumo.

XL. ¿Fue usted consciente en algún momento, ante algunas imágenes, de estar haciendo historia?
J.F.
No en el momento. Pero siempre tuve la sensación de estar haciendo algo con lo que había que tener cuidado. Las fotos venían del frente y yo era la primera persona en verlas, preservarlas y enviarlas al mundo. Sí, en perspectiva, hacíamos historia.

XL. ¿Y ahora está haciendo historia Magnum?
J.F.
Eso sólo el tiempo lo dirá.

XL. ¿Cómo afectan las nuevas tecnologías a la fotografía?
J.F.
Ahora, los medios fuerzan a los fotógrafos a hacer digital, porque es más barato y más rápido, pero lo que ocurre es que ellos disparan de más. Con el ordenador ha venido a producirse una diarrea visual.

XL. ¿Y qué ofrecen agencias como Magnum frente a las muchas que han surgido en esta era digital?
J.F.
Magnum no es un banco de imagen, es la visión de un fotógrafo, de cada uno de sus fotógrafos.

XL. ¿Hacia dónde va la fotografía?
J.F.
Creo que el futuro inmediato es la fotografía en movimiento con audio. No es cine. Son fotografías en movimiento y con sonido, ya sea sonido ambiente o con la voz del fotógrafo, hablando sobre lo que sucede. Los ordenadores hacen que la imagen sea accesible a una enorme cantidad de gente, permiten que se alteren el contenido, el color… abre un enorme horizonte a la creatividad. Eso es progreso, pero con él llega también la mediocridad.

XL. Hasta hace poco (cuando en 2001 se publicó su libro Boxeo) muy poca gente sabía que usted era también fotógrafo.
J.F.
Empecé a fotografiar en el 73. No quería ser fotógrafo, eso lo tenía claro, pero algo me impulsó a hacerlo. Quizá porque fotografiar es recordar. Desaparecerá de tu mente, desaparecerás tú, pero quedará una copia sólida. Muy pocos en Magnum sabían que yo hacía fotos, aunque a veces pedía consejos técnicos. Nunca las enseñé, durante años. Para mí era un hobby. Un hobby caro que no lamento. He trabajado en esta historia del boxeo durante 25 años y estoy orgulloso.

XL. ¿Por qué este deporte?
J.F.
Porque no sabía nada de boxeo. Por mi trabajo como editor de Magnum vi y viví la angustia y la destrucción física. Yo soy antiviolencia. No lo entendía. Quizá por eso me interesó saber qué hace que la gente se suba a un ring a buscar la destrucción.

XL. ¿Y qué descubrió?
J.F.
Que es todo parte del sueño de ser famoso y hacer dinero.

XL. ¿Y descubrió algo de usted?
J.F.
Que mi vida es la fotografía.

Ana Tagarro

Entrevista a Jimmy Fox, editor gráfico de Magnum

Estupenda entrevista publicada en XLSemanal. Me quedo con la frase «Con el ordenador ha venido a producirse una diarrea visual».

Jimmy Fox

Jimmy Fox, Berlín, Alemania, 2000. Magnum Collection

Están colocadas al azar, sin ningún criterio estético apreciable, enmarcadas de forma casual, algunas ladeadas y todas cubiertas de una fina capa de polvo. Pero ahí están, las fotos originales de Robert Capa, Josef Koudelka, George Rodger, Gilles Peress… en el recibidor de este pequeño apartamento parisino en el que vive desde hace 30 años Jimmy Fox, el hombre que ha editado durante medio siglo el material gráfico de Magnum, la agencia más prestigiosa del mundo. Sus ojos han sido los primeros en ver fotos que han hecho historia –Tiananmen, Somalia, Beirut, Sabra y Chatila…– antes incluso de que los fotógrafos que seguían en el frente supieran a ciencia cierta lo que habían captado. Llegó a la fotografía cuando en 1956 lo contrataron para organizar los archivos de la OTAN. Diez años después, en mayo de 1966, Cornell Capa lo contrató para organizar la oficina de Magnum en Nueva York. «Sí, debo de ser el editor gráfico vivo más viejo.» En el salón de su casa, llena de libros, documentos y recuerdos y ya retirado del día a día de la agencia, sigue trabajando en varios libros y exposiciones. Con un entusiasmo propio de los 20 años y la sabiduría de los 72, habla para XLSemanal.

XLSemanal. Cuando llegó a Magnum, la agencia llevaba funcionando casi una década, pero no había un archivo organizado. Habría un montón de material…
Jimmy Fox.
Sí, había muchas fotos, pero nada más. Sólo había un télex. Ni fotocopiadora ni grabadora ni nada. Y esto era mucho antes de que Bill Gates tuviese idea alguna. Me preocupaba enormemente la preservación del material gráfico. Dediqué a aquello cinco años.

XL. Miró todos los negativos de todos los fotógrafos, en hojas de contacto (tamaño 5 cm x 3 cm), ¿debe de tener un ojo bien entrenado?
J.F.
Sí, hay que tener buen ojo. Yo lo tengo. Puedo mirar contactos muy rápido. Hay que ser metódico y preciso.

James Nachtwey Orfanato

James Nachtwey, orfanato de Rumania, 1990.

XL. ¿Qué se necesita para ser un buen editor gráfico, para seleccionar las mejores fotos entre miles?
J.F.
Es importante entender de composición, pero sobre todo debes comprender al sujeto fotografiado, tener compasión, respeto y ser humilde. No puedes caer en el error de ser tan perfeccionista y quedarte sólo en la composición y no en el contenido. En uno de sus primeros trabajos con Magnum, James Nachtwey volvió de Rumanía de fotografiar los orfanatos. Eran unas imágenes muy sentimentales, lo que llamamos peephole, como el que mira por una mirilla. El fotógrafo se había apropiado del sujeto en lugar de ser testigo. Cuando tratas con el sufrimiento humano y juegas con la estética, es peligroso. Es un límite muy difícil de trazar. ¿Quién es más importante, el sujeto que sufre o el fotógrafo y su estética?

XL. Detecto una crítica hacia esas fotos que muestran el hambre y la muerte de forma estética, como las de Nachtwey o Salgado que todos tenemos en la cabeza.

J.F. No necesariamente. Conozco bien a Sebastião Salgado. Cuando regresó de su trabajo sobre el hambre y vi todo su material, recuerdo haberme despertado una noche con una imagen en la cabeza que no me dejaba dormir, una de un niño intubado… si a mí no me dejaba dormir una foto, ¿qué le estaría pasando a él, que estuvo allí? Conozco la situación personal de Sebastião, que tiene un hijo con síndrome de Down, conozco su sensibilidad, y se había pasado todo el día, muchos días, en un campo en el que los niños morían de hambre. Eso, forzosamente, te cambia. ¿Cómo lidia él con esa situación? ¿Cómo la plasma? Eso es lo determinante.

Sebastiao Salgado niños

Sebastiao Salgado, de su libro «Sahel: The End of the Road», 1984.

XL. ¿Y supongo que Salgado le contaría sus impresiones, lo que había sentido?
J.F.
Sí, Sebastião te da todo tipo de información. Y eso es importante. La autenticidad. No puedes editar basándote sólo en lo gráfico. Necesitas conocer la historia. Por eso es vital el de-briefing, que te cuenten lo que han vivido. Magnum siempre ha tratado con temas de preocupación social, lo que requiere un gran respecto por lo que se fotografía. Como fotógrafo, no puedes ser más importante que la persona que está frente a ti. No me gusta el oportunismo. Por eso no me gustan las imágenes de asilos, psiquiátricos, prisiones, de gente que no se puede defender, porque las personas se convierten en objetos. Corres el riesgo de convertirte en el fotógrafo del horror.

XL. ¿Se atrevería a elegir a los fotógrafos más importantes?
J.F.
Es embarazoso categorizar quién es importante o no… Además, siempre ofendes a quien no mencionas. Sin duda, Henri Cartier Bresson me ha influido enormemente. Hablábamos mucho, sobre todo de dibujo, afición que compartimos. Tenía una gran curiosidad por todo. Kertesz era también generoso y estaba siempre alerta como una ardilla. Koudelka, a quien conozco desde que llegó a Magnum, es un ejemplo de generosidad y búsqueda de la perfección. Siempre tiene una palabra amable…

XL. Es curioso que cuando habla de ellos, los juzga como personas y no como fotógrafos…
J.F.
Es que, primero, son amigos y, luego, fotógrafos. Cuando me gustan las fotos de alguien, quiero conocerlo. Para valorar su trabajo, su comportamiento humano debe ser igual a su talento. El talento no lo es todo.

XL. ¿Qué opina de la figura del fotógrafo empotrado?
J.F.
Que ya no van a ir ni empotrados, porque ahora los secuestran…

XL. ¿Creen que los fotógrafos y periodistas ya no irán a cubrir guerras?
J.F.
Lo que creo es que no deberías arriesgar tu vida ni la de los demás para hacer fotos cuyo objeto es llenar páginas de periódicos y revistas cuyo objeto, a su vez, es ganar dinero con la publicidad que va junto a esas fotos.

XL. ¿Pero no es eso lo que hacen desde hace décadas los fotógrafos de Magnum, jugarse la vida para hacer fotos que se publiquen?
J.F.
No. Aquí hay dos cosas distintas: una es el fotógrafo que, sin ser enviado por un medio, cogía la mochila y, porque estaba convencido de ello, porque se sentía comprometido con el tema, iba a una guerra o un conflicto y otra distinta es cuando un medio te envía a cubrir una guerra para que defiendas su punto de vista y llenes unas páginas que van a reportar un dinero.

XL. Pero da igual. Al final, el primero, por muy mochilero que sea o muy comprometido que esté, tendrá que plegarse a las condiciones del medio en el que quiere publicar.
J.F.
Hay una enorme diferencia. El primero tiene el control sobre el material que envía al medio, lo edita y puede aportar su propia visión, que el medio compra o no. El segundo tiene que entregar todo el material, todo el filme que la publicación le ha dado y no controla el enfoque. Cuando quisieron enviar a Susan Meiselas a Nicaragua (en los 70), se planteó esta cuestión y le dijimos: «Ve sólo si crees que debes hacerlo, pero no lo hagas porque si no vas a una guerra, traicionas el espíritu de Magnum».

Susan Meiselas Nicaragua

Susan Meiselas, Managua, Nicaragua, 1979.

XL. ¿Y cuál es ese espíritu de Magnum?
J.F.
(Silencio) Perfeccionismo y honestidad.

XL. ¿Y cómo sabes quiénes son los fotógrafos ‘honestos’, a los que realmente les interesa?
J.F.
Los que han ido antes de que estalle el conflicto, los que siguen lo que pasa, los que han dado los primeros pasos, los que se toman su tiempo… a esos les interesa de verdad. Los otros van de safari. El editor de Newsweek me comentaba hace poco que tiene tantos chicos con una cámara deseando ir a cubrir conflictos que podría llenar un avión cada semana. Construir tu carrera sobre un sueño violento es muy peligroso. Van a la guerra como si fuesen a un parque de atracciones, no saben dónde se meten y, claro, los matan.

XL. ¿Influye de alguna forma la fotografía en los acontecimientos que registra?
J.F.
Quizá para otra generación. Como memoria para el futuro. Ahora es puro consumo.

XL. ¿Fue usted consciente en algún momento, ante algunas imágenes, de estar haciendo historia?
J.F.
No en el momento. Pero siempre tuve la sensación de estar haciendo algo con lo que había que tener cuidado. Las fotos venían del frente y yo era la primera persona en verlas, preservarlas y enviarlas al mundo. Sí, en perspectiva, hacíamos historia.

XL. ¿Y ahora está haciendo historia Magnum?
J.F.
Eso sólo el tiempo lo dirá.

XL. ¿Cómo afectan las nuevas tecnologías a la fotografía?
J.F.
Ahora, los medios fuerzan a los fotógrafos a hacer digital, porque es más barato y más rápido, pero lo que ocurre es que ellos disparan de más. Con el ordenador ha venido a producirse una diarrea visual.

XL. ¿Y qué ofrecen agencias como Magnum frente a las muchas que han surgido en esta era digital?
J.F.
Magnum no es un banco de imagen, es la visión de un fotógrafo, de cada uno de sus fotógrafos.

XL. ¿Hacia dónde va la fotografía?
J.F.
Creo que el futuro inmediato es la fotografía en movimiento con audio. No es cine. Son fotografías en movimiento y con sonido, ya sea sonido ambiente o con la voz del fotógrafo, hablando sobre lo que sucede. Los ordenadores hacen que la imagen sea accesible a una enorme cantidad de gente, permiten que se alteren el contenido, el color… abre un enorme horizonte a la creatividad. Eso es progreso, pero con él llega también la mediocridad.

Jimmy Fox Ringside

Portada de Ringside, libro de fotografía de Boxeo de Jimmy Fox

XL. Hasta hace poco (cuando en 2001 se publicó su libro Boxeo) muy poca gente sabía que usted era también fotógrafo.

J.F. Empecé a fotografiar en el 73. No quería ser fotógrafo, eso lo tenía claro, pero algo me impulsó a hacerlo. Quizá porque fotografiar es recordar. Desaparecerá de tu mente, desaparecerás tú, pero quedará una copia sólida. Muy pocos en Magnum sabían que yo hacía fotos, aunque a veces pedía consejos técnicos. Nunca las enseñé, durante años. Para mí era un hobby. Un hobby caro que no lamento. He trabajado en esta historia del boxeo durante 25 años y estoy orgulloso.

XL. ¿Por qué este deporte?
J.F.
Porque no sabía nada de boxeo. Por mi trabajo como editor de Magnum vi y viví la angustia y la destrucción física. Yo soy antiviolencia. No lo entendía. Quizá por eso me interesó saber qué hace que la gente se suba a un ring a buscar la destrucción.

XL. ¿Y qué descubrió?
J.F.
Que es todo parte del sueño de ser famoso y hacer dinero.

XL. ¿Y descubrió algo de usted?
J.F.
Que mi vida es la fotografía.

Ana Tagarro

Alberto García-Alix Vs Sebastiao Salgado.

Versus es una nueva sección en la que algunos fotógrafos hablan sobre sus colegas. En esta primera entrada pongo unos fragmentos de un artículo que García-Alix escribió sobre Sebastiao Salgado cuando le otorgaron el premio Príncipe de Asturias de las Artes en 1998. Fue publicado en el ABC Cultural y está recogido en Moriremos mirando, libro que recoge todos los textos publicados por de este autor.

Sebastiao Salgado

Las conclusiones que saco de este extraordinario reportero y creador de imágenes es que humanamente tiene que ser un gran tipo. Un solidario en la mejor tradición. Él cree en el hombre y en su trabajo, en su intrínseca dignidad, y eso lo vemos claramente en sus fotos, que siempre nos conmueven, no sólo por su belleza formal -composición e iluminación-, sino por una poesía permanente que trasciende de ellas. Es ahí donde realmente radica su grandeza.

Sebastiao Salgado 2

Pero debo decir que es esa misma poesía es la que de alguna manera enfría el mensaje y también nos distancia de la realidad que nos muestra. Sus fotos siempre son… cómo decirlo… ¿Políticamente correstas? Sí, sus imágenes nunca nos ofenden, en ellas el dolor de los hombres desfavorecidos por la vida nunca se muestran.

Sebastiao Salgado Refugiados

Quisiera añadir, y no es crítica, que al leer sus declaraciones me he sorprendido. ¿Es tal como esperaba? Sí y no. «Viajo sólo -declara-. Trabajo de día y me encierro por la noche en la habitación del hotel. No salgo ni para cenar».
¡Joder! Esto me distancia mucho de él. Yo creo que aunque eso sea fotografiar, no es vivir. No propicia el encuentro, y en el encuentro está también la magia de la vida y una de las bases del conocimiento.