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Pie de foto: Hombre blanco contemplando las Pirámides, Richard Misrach

Egipto,1898 Richard Misrach

Hombre blanco contemplando las pirámides, Egipto, 1989 Richard Misrach

«¡No se mueva por favor!» le grita Richard desde lo alto de la montaña al hombre que está al pie de la Gran Pirámide. El hombre debe de saber inglés pues es queda obedientemente quieto, impasible, como una estatua. Es la última hora de la tarde y la mayoría de los turistas ya se han marchado. El hombre está completamente solo y tiene una actitud contemplativa. Una vez liberado de su inmovilidad -«¡Muy bien!» «¡Gracias!»- sigue caminando, luego se para y adopta una nueva pose que Richard, que todavía le mira, considera mejor que la primera. Lo llama de nuevo, interrumpiendo al paseante solitario. Esto se repite hasta cuatro veces. Por alguna razón este indulgente desconocido se presta a los caprichos de un fotógrafo cuya presencia se manifiesta unicamente mediante sus órdenes. Tenía que ser indulgencia porque el hombre no se molesta en subir a la montaña a averiguar que está pasando. Simplemente dobla la esquina y desaparece, aliviado, quizá por haberse liberado de la tiranía de la cámara.

He contemplado a este hombre a lo largo de los años en diversos museos y galerías. Me he encariñado con él. Me gustaría conocer su identidad, su historia. ¿Qué clase de persona lleva un formal traje oscuro para visitar la Gran Pirámide? Desde luego un americano no. Y esos modales exquisitos, ese porte. Quienquiera que sea vive su propia vida dentro de la fotografía. En 1997, en el Museo de Arte Contemporáneo de Chicago donde la fotografía era de 1×1.25 m. y formaba parte de una exposición itinerante, me di cuenta por primera vez que el hombre ¡tiene una calva! No la tenía hacía una año cuando vi la foto en Houston. Sólo puede haber una explicación: atrapado para siempre en el ámbar de su paisaje, el hombre envejece lentamente con la fotografía.

Extraído de Notes from de road, Myriam Weisang Misrach. Richard Misrach, Cantos del Desierto 1979-1999, Diputacion de Granada, Granada 1999

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Sobre Richard Misrach

Richard Misrach. Hombre blanco contemplando las Pirámides

Egipto,1898 Richard Misrach

Hombre blanco contemplando las pirámides, Egipto, 1989 Richard Misrach

«¡No se mueva por favor!» le grita Richard desde lo alto de la montaña al hombre que está al pie de la Gran Pirámide. El hombre debe de saber inglés pues es queda obedientemente quieto, impasible, como una estatua. Es la última hora de la tarde y la mayoría de los turistas ya se han marchado. El hombre está completamente solo y tiene una actitud contemplativa. Una vez liberado de su inmovilidad -«¡Muy bien!» «¡Gracias!»- sigue caminando, luego se para y adopta una nueva pose que Richard, que todavía le mira, considera mejor que la primera. Lo llama de nuevo, interrumpiendo al paseante solitario. Esto se repite hasta cuatro veces. Por alguna razón este indulgente desconocido se presta a los caprichos de un fotógrafo cuya presencia se manifiesta unicamente mediante sus órdenes. Tenía que ser indulgencia porque el hombre no se molesta en subir a la montaña a averiguar que está pasando. Simplemente dobla la esquina y desaparece, aliviado, quizá por haberse liberado de la tiranía de la cámara.

He contemplado a este hombre a lo largo de los años en diversos museos y galerías. Me he encariñado con él. Me gustaría conocer su identidad, su historia. ¿Qué clase de persona lleva un formal traje oscuro para visitar la Gran Pirámide? Desde luego un americano no. Y esos modales exquisitos, ese porte. Quienquiera que sea vive su propia vida dentro de la fotografía. En 1997, en el Museo de Arte Contemporáneo de Chicago donde la fotografía era de 1×1.25 m. y formaba parte de una exposición itinerante, me di cuenta por primera vez que el hombre ¡tiene una calva! No la tenía hacía una año cuando vi la foto en Houston. Sólo puede haber una explicación: atrapado para siempre en el ámbar de su paisaje, el hombre envejece lentamente con la fotografía.

Extraído de Notes from de road, Myriam Weisang Misrach. Richard Misrach, Cantos del Desierto 1979-1999, Diputacion de Granada, Granada 1999.

Richard Misrach. La danza del fotógrafo

Richard misrach

¿Qué es lo más memorable? (…) Lo más memorable es ver  la danza del fotógrafo, ese extraño cortejo frenético entre el hombre y la luz evanescente, la cabeza que se introduce bajo la tela, la cámara que va de arriba a abajo y de lado a lado como una bestia ciega olfateando el aire, y de pronto la cabeza que surge de nuevo, los ojos ciegos, el pelo revuelto, chasis dentro, película fuera, el pulgar que aprieta, contando los segundos, y luego lo mismo pero al revés. Mientras corre a la furgoneta a por más película a veces grita: «¿Has visto qué luz? Dios, nunca he visto nada igual.” Siempre la misma exclamación, durante todos estos años. El mismo júbilo.

Misrach Desert Croquet #1 Deflated World NV 1987

-¿Qué hace durante todo el día?- Solía preguntarme mi padre, intrigado. Es difícil de explicar. Conduce sin parar durante horas, hasta que llega a un lugar determinado. En realidad, no siempre sabe  dónde va. La mayoría de las veces no tiene ni idea. Simplemente deambula, dando tumbos por la carretera, hasta que algo le llama la atención a lo lejos o aparece un camino de tierra que parece más prometedor que otro. Gran parte del canto del territorio es resultado de la casualidad, momentos dichosos en carreteras hacia ninguna parte.

richard misrach

Una vez escoge un lugar, simplemente se sienta, a no ser que la luz resulte perfecta (…) Éste es un periodo de espera y tiene su propio ritmo, que puede ser exasperante para el neófito. No pasa nada. Las horas se alargan. Después de esperar, mira. Hacia el final de la tarde, observa la luz. Esto no es tan sencillo como podría pensarse. Camina de un lado para otro, se detiene con los brazos en jarras, mira fijamente, cambia de dirección, anda un poco más. Su cabeza es un periscopio que escruta con los ojos entornados (…) “En un momento, todas esas montañas se pondrán de un rojo intenso, será fantástico”, dice. La mitad de las veces, aproximadamente, se equivoca.

richard misrach diving board, salton sea, 1983

La afinidad de Richard con el desierto es profunda. Hay un canto titulado simplemente Desiertos, en homenaje a la mirada de elementos que conforman un paisaje que muchos consideran tierra baldía. Nada más lejos de la realidad, aquí, la tierra está viva, simultáneamente, vieja y nueva, siempre cambiante.

Richard-Misrach-Desert-Fire-249-1985

Citas extraídas de Notes from de road, Myriam Weisang Misrach. Richard Misrach, Cantos del Desierto 1979-1999, Diputacion de Granada, Granada 1999