Posts Tagged ‘ Marilyn Monroe ’

Eve Arnold sobre Marilyn Monroe

El día 5 de agosto, se cumplirán 50 años de la muerte de Marilyn Monroe, como pequeño homenaje, dejamos unas palabras de Eve Arnold sobre ella.

En las sesiones de fotos ella tenía control total. Manipulaba todo, a mí, a la cámara. Sabía mucho sobre cámaras y nunca he conocido a nadie que pueda hacerlas responder como lo hacía ella. Por eso obtenía lo que quería, porque no tenía que soportar la presión de los rodajes de películas: recordar el guión y soportar horas de preparativos. Conmigo, tenía la situación bajo control.

Si un fotógrafo se preocupa por la gente antes que por los objetivos y la composición, obtiene más. Es el fotógrafo, no la cámara, el instrumento.

Phaidon.

Citas: Richard Avedon

Cuando posas para un fotógrafo, es detrás de una sonrisa que no es tuya. Tú tienes rabia y hambre y estás vivo. Lo que valoro en ti es esa intensidad. Quiero hacer retratos tan intensos como las personas.

vestido negro, mirada perdida, marilyn monroe, avedon

Marilyn Monroe, actriz. Nueva York, 6 de mayo de 1957.

Texto sacado de la exposición Aquí estamos.

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Richard Avedon. Retratos tan intensos como las personas

Richard Avedon

Richard Avedon, Marilyn Monroe, Nueva York, 1957.

Cuando posas para un fotógrafo, es detrás de una sonrisa que no es tuya. Tú tienes rabia y hambre y estás vivo. Lo que valoro en ti es esa intensidad. Quiero hacer retratos tan intensos como las personas.

Richard Avedon.

 

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‘La última sesión’ de Marilyn Monroe por Brent Stern

«Quieres fotografiarme desnuda, ¿verdad?»

Bert Stern, la última persona que retrató a Marilyn Monroe, recuerda el impacto profesional y emocional que tuvo la sesión de su vida. Todo un festín erótico que no gustó a ‘Vogue’ en su día, hace ahora 50 años. «Olvidé que estaba casado. Estaba enamorado», confiesa. «Era mucho más guapa de lo que esperaba»

Parecía un buen principio. Era jueves, 21 de junio. En Los Ángeles hacía calor, pero ella había querido esa ciudad y él cruzó el país para encontrarla en el hotel Bel Air, suite 261. Él reservó allí sin saber que era uno de sus hoteles favoritos. De Nueva York llevó vestidos, pañuelos, collares. Y encargó tres botellas de Dom Pérignon. La esperaron cinco horas,él y su champán. Y Marilyn apareció, sonriente, esbelta, casi transparente, «hermosa, trágica y compleja», que diría él. Todo había empezado bien. No acabaría igual.

Porque Marilyn Monroe cumplió su tarea, y Bert Stern la suya. Aquel junio de 1962, la actriz posó para el fotógrafo con y sin ropa, rubia y morena, pensativa y a carcajadas. Pero nunca vio esas imágenes publicadas: el 5 de agosto aparecía muerta en su cama junto a un bote vacío de barbitúricos. «Entonces supe que mi historia de amor con Marilyn había acabado», explica Stern medio siglo después al recordar el adiós de su musa, de la que apenas mes y medio antes había tomado las 2.571 imágenes que cambiarían su carrera.

Aquellas fotos fueron bautizadas The last sitting (La última sesión). Ahora él desmenuza las impresiones acerca de la ?por qué no? mayor estrella del cine en un libro editado por Taschen con muchas de esas imágenes del que solo hay 1.962 copias, a 750 euros cada una, con notas del dos veces Pulitzer y biógrafo de la actriz Norman Mailer. Stern da cuenta de ello en conversación telefónica desde Nueva York. «Es mi sesión más popular», repite incansable. «No sé si la mejor, pero la más popular. Soy el fotógrafo que hizo las últimas fotos de Marilyn Monroe».

Para Stern, por cuya cámara habían pasado Twiggy o Audrey Hepburn, la diva era un reto. Recién contratado por Vogue, volando a Roma para retratar a Elizabeth Taylor en Cleopatra, Monroe se cruza por su mente. Y consigue una cita. «Tenía una llamada de mi secretaria. ‘Marilyn dice sí, Vogue dice sí. Los Ángeles. 21 de junio’. Hice las maletas».

Eran las primeras fotografías de Monroe para la revista. «Necesitaba descubrir algo no capturado», cuenta Stern en el libro. Richard Avedon le había hecho unas lujosas fotos para la revista Life, «estupendas para el mundillo, pero no íntimas. No daban ninguna sensación de quién era ella». Dispuso todo: intimidad, luz, complementos. Sin saber de cuánto tiempo dispondría ni el humor de la diva. Ella, al fin, apareció. «Olvidé que estaba casado, olvidé mi vida en Nueva York. Estaba enamorado. Era mucho más guapa y más fácil de trabajar de lo que esperaba».

El sol se ponía sobre California. Él preparó sus cámaras («una Hasselblad en blanco y negro y una Nikon de 35 milímetros. Aún deben estar por mi apartamento») y preguntó con cautela de cuánto tiempo disponían. «¿Estás de broma?», replicó ella. «¡De todo el que queramos!». «Ya es mía», pensó Stern. Fotográficamente hablando.

Él le enseñó los complementos. «¿Quieres fotografiarme desnuda, verdad?». «Es una buena idea», dijo él, dudando si Monroe aceptaría. «No estarás exactamente desnuda, tienes un pañuelo». «¿Cuánto podrás ver?», inquirió ella. Depende de la luz, afirmó él. Norma Jean solo pidió una última opinión: a su peluquero, al que le pareció «una idea divina». Y descorcharon el Dom Pérignon.

Todo dependió de la luz. Una Norma Jean de 36 años, delgada pero curvilínea y sensual, se transparentaba bajo un pañuelo. «Estaba llena de ideas», asegura Stern. Las luces realzaban su piel transparente y su pelo de plata, las primeras arrugas bajo los ojos y los surcos de su boca. Y una marca en el costado, recuerdo fresco de una operación de vesícula. «Vi la cicatriz. Una imperfección que solo la hacía parecer más vulnerable y acentuaba la suavidad de su piel. Era de color champán, de color alabastro…Podías meter un dedo en su piel, como probar un merengue recién hecho».

Pero Stern no probó nada. «No discutimos de nada. Solo tomamos fotos, fue todo lo que hicimos», rememora por teléfono. Y descarta conspiraciones que aseguran que con la actriz había personal de seguridad e incluso algún miembro del clan Kennedy. «Estábamos nosotros, su peluquero y el hombre que le maquilló los ojos. Prefirió no llevar más maquillaje, solo se puso crema en la cara y el eye-liner. De su propio maquillaje». De fondo, All I have to do is dream, de The Everly Brothers. «Música de aquella época».

Hasta que amaneció. Monroe quedó contenta a medias con el trabajo. Ella misma tachó algunas de las pruebas de revelado que no la mostraban en la perfección deseada. Hay páginas con 24 negativos de los que se salvan apenas cuatro. A Vogue tampoco le convenció. ¿Y los vestidos y el glamour? Stern guardó sus inservibles contactos.

Modelo y fotógrafo se reencontraron con más ropa y una estilista para supervisar todo. Un vestido negro de Dior resaltaba la palidez de la estrella, que quiso jugar como la primera vez: peluca negra, camisa blanca, collar de perlas. Un abrigo de pieles que solo roza su cuerpo. Una cama medio deshecha. El mismo escaso maquillaje. Disparo a disparo, recuento final: 2.571 fotos.

«Su belleza estaba en su espíritu», explica él, con voz serena. «No creo que pudiera hacer una sesión así actualmente. La recreamos con Lindsay Lohan para New York Magazine, pero estaba copiando mis propias fotos. No hay nadie a quien desee fotografiar hoy. Las otras estrellas no son nada comparadas con Marilyn Monroe».

Cinco semanas más tarde, el mundo despedía a la chica de las tres botellas de champán. Ese 5 de agosto, Monroe llamó a Stern. «Nunca cogí esa llamada. Me lo contó alguien años después. Habría hecho todo lo que hubiera podido para ayudarla. Nunca imaginé ese final, jamás. Pensé que era feliz con su vida y su carrera», narra con abrumadora seriedad. Otras cinco semanas después salía Vogue, con 10 páginas sobre Marilyn, sus primeras en la revista y su despedida, apenas una muestra de esa intimidad. El resto aguardó 20 años en un cajón hasta que, en 1982, la revista Eros publicó las imágenes de esa Marilyn definitiva. Dieron la vuelta al mundo. La última sesión, la que comenzó con un encuentro entre dos desconocidos con cinco horas de retraso, un pañuelo transparente y una cicatriz se convirtió en la más sincera. Marilyn necesitaba sus 2.571 grandes despedidas.

María Porcel Estepa 12/11/2011

El País.

La belleza según Cecil Beaton

LOURDES GÓMEZ – Londres – 14/01/2004

La belleza dominó el universo y el horizonte de Cecil Beaton. El influyente artista inglés, fotógrafo de la realeza y de las celebridades, además de galardonado escenógrafo, elevó este término cualitativo a las esferas del arte y la moralidad, equiparando su significado con perfección, esfuerzo, bondad y autenticidad. En el centenario de su nacimiento, la National Portrait Gallery de Londres prepara una retrospectiva de sus más bellos retratos fotográficos. Entre ellos, imágenes inéditas de la boda de los duques de Windsor y fotografías consagradas de Marilyn Monroe, Marlon Brando o Mick Jagger.

«La belleza», declaró Cecil Beaton (Londres 1904-1980) en 1928, «es la palabra más importante del diccionario. Es sinónimo de perfección, esfuerzo, verdad, bondad». El celebrado fotógrafo de moda, reportero de guerra y escenógrafo del teatro y el cine establecía en esta declaración un credo estético que aplicaría a su vida y a su obra. En el catálogo de la antológica (del 5 de febrero al 31 de mayo), el profesor australiano Peter Conrad recuerda que Beaton convirtió en escenario o elemento artísticos la totalidad de su entorno vital. «Elegía a sus invitados por sus cualidades fotogénicas y hablaba de sus amantes como ornamentos hogareños, complementos de su preciosa decoración», escribe Conrad.

Beaton era un dandi genuino, un profesional hecho a la medida de sus ideales estéticos. En sus 76 años de existencia elevó no sólo la belleza, sino también la fotografía y el diseño de decorados y vestuario a la categoría de arte. Se inspiró en la pintura y en la escultura para crear un estilo cargado siempre de glamour y dramatismo. Con un olfato que le alertaba de las nuevas tendencias, se mantuvo en vanguardia durante sus cinco décadas de actividad creativa. Su huella aún se siente en profesionales de la cámara como David Bailey o Mario Testino.

En una fotografía de 1928, la poeta Edith Sitwell reposa sobre el suelo simulando el relieve en piedra de una tumba gótica. En otra, Marlene Dietrich recuerda con su esquelético cuerpo las figuras de Durero y, en los años sesenta, Mick Jagger posó para Beaton como un mártir de Piero della Francesca. A Salvador Dalí le captura, en 1937, tras los paneles de su composición Pareja con cabeza llena de nubes, y a un jovencísimo Marlon Brando, de perfil, estudiando en 1946 el texto de Un tranvía llamado deseo.

De herencia burguesa y cuna londinense, Beaton subió de escalafón social hasta penetrar en los círculos más elitistas del Reino Unido y el extranjero. Estudió con George Orwell y Cyril Connolly, fue víctima de los abusos escolares de Evelyn Waugh -«mi eterno enemigo», escribiría después en su diario- y, en 1925, abandonó la Universidad de Cambridge sin completar su licenciatura en Historia y Arquitectura.

50 años en ‘Vogue’

La revista Vogue le contrató en 1927 como fotógrafo, caricaturista e ilustrador dando paso a una relación que perduraría hasta los años setenta. No hubo personalidad relevante que escapara en esos años al escrutinio de su cámara. Desde Gary Cooper a Marlene Dietrich, Coco Chanel, Elsa Schiparelli, Jean Cocteau, Pablo Picasso, Winston Churchill y, por supuesto, los miembros de la casa real británica se dejaron manipular por este genio de las apariencias.

Adulador en sus retratos visuales, sabía esparcir veneno en sus diarios. De Katharine Hepburn escribe en 1969: «Es torpe, es fea, su interpretación mecánica… Su piel es repugnante y como no se aplica suficiente maquillaje da la impresión de haber pasado la viruela. En vivo su aspecto es horrible… es inconcebible que continúe exhibiéndose en público». En sus extensas memorias, cuyos últimos capítulos acaban de editarse en el Reino Unido, Beaton menciona a un amante, Kin, al que conoció en un garito de San Francisco. También expresa remordimientos por haber desvelado su relación sentimental con Greta Garbo. La indiscreción enfureció a Garbo, pero la amistad perduró y la actriz visitó a Beaton durante su convalecencia a consecuencia de un derrame cerebral que le dejó medio paralítico en 1974. Al morir seis años después, Beaton tenía tres fotografías en la mesilla de su cama: del millonario y patrón de las artes Peter Watson, de Greta Garbo y de Kin. Fueron, probablemente, sus tres más preciados amantes.

El País.

Citas: Cornell Capa

Cornell Capa por Bill Jay

Una cosa que Life y yo acordamos desde el principio fue que con un fotógrafo de guerra en la familia era suficiente; yo sería un fotógrafo de paz.

Magnum

Marilyn Monroe y Clark Gable en el rodaje de "Vidas rebeldes", Nevada, 1960.


Entrevista a Duane Michals

Aquí os dejo otra entrevista a Duane Michals. En ésta habla principalmene en el proceso de creación de su trabajo y es muy muy interesante. La he encontrado en el blog Multiestímulos, que ya de paso os recomiendo. Tiene de todo, muy completito 😉

Esgrimiendo la poética como arma de revolución y transformando lo cotidiano en una sucesión de instantes mágicos, este joven de 69 años manifiesta, cree y defiende que el universo está en nuestras manos.

Blanca del Moral: Existe una gran diferencia entre “artista”, que es aquel que sólo bebe de las fuentes de su arte, y “creador”, aquel absorbe de todas las fuentes y fundamentalmente trabaja sobre la idea de “Idea”, transformándose así en una especie de “mago”…

Duane Michals: No soy un creador. Lo que hago es permitir que la energía creativa se exprese por sí misma. Yo no invento los pensamientos, los pensamientos vienen a mí. No sé de dónde vienen: es parte de la mente, parte de la conciencia. Cuando se me ocurre algo, y reconozco que es una idea interesante o provocativa, respondo a ella y hago que ocurra. Pero no soy la fuente de las ideas. Creo que el mundo es una gran conciencia creativa. La mente es una gran conciencia creativa. Lo que hago es que, cuando las ideas se me ocurren, aprendo a distinguirlas confiando en mi intuición, y verdaderamente creo que una idea es un regalo. Soy parte del proceso creativo. No me considero la fuente del proceso creativo.

BdM: Y cuando la idea llega, conoces su puerta de salida o te dejas sorprender?

DM: Ahora estoy teniendo una idea, por ejemplo… Me han contratado para hacer una historia para una revista, es un anuncio de ropa. Se me ocurrió la idea de un hombre que, cada mañana, cuando se levanta, escribe en su diario qué es lo que le va a pasar durante el día. Y lo que escribe en su diario es lo que realmente ocurre. Me gustó la idea. Y estoy jugando con ella… Qué ocurriría si un día escribe algo en su maravilloso cuaderno que no ocurre?… Un día conoce a una mujer, así que escribe en su diario, “cuando hoy me vea, se enamorará de mí”. Pero eso no ocurre, y no entiende qué pasa porque siempre, siempre ocurre lo que él escribe. Entonces se ve en un problema, se siente frustrado… y no lo he resuelto todavía. Una de las ideas es que él se disgusta tanto que quema su diario, y es entonces cuando ella se enamora de él. Esa es una idea, pero todavía estoy trabajando las diferentes posibilidades… Viene a ser una mera fuerza de algo más, porque cuando nos levantamos, creamos nuestras propias vidas todos los días… aunque no lo entendamos, lo hacemos… Y el proceso es que cuando algo que esperamos no ocurre, nos sentimos muy frustrados… y esa es la naturaleza de lo que son nuestras vidas: creamos nuestra realidad, lo sepamos o no. Y las elecciones que hacemos son nuestras oportunidades… Así que en eso estoy pensando justo ahora… En ese hombre escribiendo su diario al principio del día, y entonces, poco a poco, conociendo el objeto, la idea… Me gusta mucho, se llama El extraño diario de Oscar Lemond. Pero volviendo al proceso de las ideas… Es como un puzzle… No sé cómo llega, pero finalmente consigo resolverlo… Cuando pienso en una fotografía, sé exactamente lo que quiero. Para mí esa es la parte más dura, saber lo que quiero… El concepto es la parte más difícil, porque ya fotografiar es lo fácil…

El hombre iluminado

BdM: Creo que también hay dos clases de artistas: uno que da la idea de “idea” y te regala libertad, y otro que es una especie de parásito que no ofrece nada…

DM: Sí, eso es posible… El arte de mucha gente es bastante simple. Hay gente a la que sólo le preocupa la celebridad, son pretenciosos y sólo se preocupan por crear objetos grandes… Pero no tratan con nada que sea verdaderamente importante. Para mí el arte es un asunto de intimidad, un momento de contacto… Lo que sea que te toque, creo que eso es arte. Pero si no te toca, entonces es decoración. En ese sentido, no tengo nada que ver con el mundo del arte en el gran sentido. Mis más importantes pensamientos son sobre la habilidad de expresar nuevas ideas. A los artistas les gusta enseñar siempre lo mismo, actúan con un mismo programa… Toman la misma fotografía una y otra vez… Es fotografía descriptiva, y todo el mundo puede reproducir a alguien… La idea ha de saltar sobre la descripción, y extraer ese algo que tiene dentro y mostrar lo que algo “es”… Si alguien está llorando, mostrar la naturaleza de su pena, expresar por qué está llorando. Si muestras a un hombre viejo, expresar lo que siente. Fotografiar a un hombre de raza negra es mostrar lo que es sentirse siempre el último, no tener ningún dinero, no ser capaz nunca de conseguir un buen trabajo…

BdM: Y el ambiente mágico de tu trabajo… ¿Es una búsqueda consciente?

DM: Nunca pienso acerca de ello. Me sale natural, es instintivo… Es en la naturaleza de lo que hago… y nunca pienso acerca de ello… No soy un intelectual. No me preocupan ese tipo de ideas… Las ideas sobre las que reflexiono son más íntimas, muy humanas, ideas sobre la muerte y el deseo… Los sentimientos más íntimos que tenemos, a los que llamo poesía, y cómo trasladarlo sobre una hoja de papel, cómo escribirlo con sentido, de modo que una persona lo entienda de un modo muy íntimo. Cuando Warhol hizo el retrato de Marilyn Monroe, eso no es… Todo el mundo ha fotografiado a una mujer. Yo escribí algo acerca de una mujer, y lo fotografié: es un hombre y una mujer, y dice, “Él piensa que ella es bonita y amable y inocente, y realmente ella es bonita y amable e inocente, pero ella fue inocente durante demasiado tiempo, y la inocencia se endureció en su interior como una piedra, y un día ella será destrozada por esa piedra… “. Así que todo el mundo puede fotografiar a una mujer joven, pero para mí era más importante mostrar cómo la inocencia puede ser destructiva también. Quiero decir, quizá es una forma de magia, porque todo lo que necesitas es que una persona en algún lugar lo entienda. Y cuanto más íntimo, más sorprendente es, más mágico. ¿Conoces la secuencia llamada El abuelo va al cielo?… Para mí es pura magia e inocencia… Cuando el anciano verdaderamente murió y sus nietos vieron la secuencia de fotos, pensaron que todo estaba bien, porque él iría al cielo, como en las fotos… Y aquello fue absolutamente maravilloso… Que esos chiquillos pudieran ver a su abuelo muerto con toda tranquilidad porque sabían que iba a ir al cielo…

BdM: … Sí, como en La muerte viene a por la anciana

DM: …Sí, esa era mi abuela, ella murió después de que tomé esas fotografías… ¡Pero meses después!… Eso es magia. Tengo una mente muy infantil en el sentido de que pienso con frases muy fundamentales, como si continuara en la escuela… Lo reduzco todo al modo en el que un niño describe algo…

BdM: Hay otra serie un tanto similar, El espíritu abandona el cuerpo

DM: Sí, eso es lo que creo que ocurre cuando mueres… Éste es mi traje de Duane, y lo abandonaré… Creo que cuando uno muere, uno sale caminando realmente… Quiero decir, cuando hice La muerte llega a la anciana, cuando ella se levanta y se desvanece, y es como si todos los átomos de su cuerpo fueran liberados como palomitas de maíz…

BdM: Como en La condición humana

DM: Sí, cuando el hombre en el metro se convierte en estrella. Creo que es absolutamente real. Lo que es mágico en todo esto es que desde situaciones ordinarias puedes hacer que algo extraordinario suceda. Fíjate en el pequeño reloj del metro, también se convierte en estrella… Es un pequeñísimo detalle.

BdM: Y es lo que vuelve a ocurrir en El hombre del saco y Cosas necesarias para hacer magia o Cosas necesarias para escribir cuentos de hadas… Es lo que me hace verte como un mago…

DM: Quizá… Acabo de hacer un libro para niños. Tiene 30 pequeñas historias, y cada fotografía tiene su propia historia y es un libro lleno de sorpresas. Lo hice hace 5 años. Lo publiqué yo mismo, es un pequeño libro lleno de cosas extraordinarias. Se llama Upside down, inside out and backwards

El hijo pródigo

BdM: Otro hecho que me hace mirarte como a un demiurgo: los inesperados finales de algunas de tus sencuencias, como El ángel caído o El hijo pródigo

DM: Lo interesante acerca de El hijo pródigo es que fue expuesto en la Universidad acerca de la historia del hijo pródigo a través del tiempo, y yo fui la única persona que cambió la historia, en el sentido de que en mi idea, cuando el hijo vuelve derrotado y desnudo y vulnerable, el padre protege al hijo, se quita sus propias ropas y cubre a su hijo, desnudándose a sí mismo y volviéndose vulnerable, y adoro esa idea porque creo que es lo que debemos hacer… Si hay alguien que tú amas y que está desnudo y herido le das tu ropa… Adoro esa idea…

BdM: Un hombre sabio puede reconocerse, yo creo, por su ternura cercana a lo infantil y por su sentido del humor… Yo reconozco estas dos características en ti… ¿Eres un hombre sabio?

DM: ¡No!… Bueno, ¡pienso que un hombre sabio nunca reconocería que es un hombre sabio…!

BdM: La pregunta tenía truco…

DM: (Risas)

La parte más bella del cuerpo del hombre

BdM: Cómo conviven en ti las ideas espirituales con las carnales…

DM: Bueno, para empezar, no creo en Dios. Creo que eso es tan ingenuo… ¿Sabes?, vivimos en un pequeño grano de arena en el extremo de una enorme galaxia… Hay, quizá, cerca de 50 millones de estrellas y 50 millones de galaxias… Pensar que todo eso fue creado sólo para nosotros por alguien que se parece a nosotros es ridículo… Así que si reflexionas mucho sobre el concepto de Dios, ello te impide alcanzar un mayor concepto de la espiritualidad natural de ser… El concepto de hace 2000 ó 3000 años te impide sentirlo directamente, has de dejarle marchar. Me siento muy cercano al budismo. Así que no creo en Dios… Y acerca del erotismo o la sexualidad, yo malinterpreté la sexualidad cuando era joven, era bastante ingenuo: pensaba que la sexualidad era un hábito, y que cuando cumpliese 27, lo olvidaría. La sexualidad es algo muy profundo. Somos criaturas sensuales y no debemos tener miedo acerca del deseo o la sensualidad. Creo que es saludable. Me siento más cercano a la sensualidad que a la sexualidad. Estoy más interesado en la naturaleza del deseo. Por eso llamé a mi libro así. Traté de exponer no meramente cuerpos… Están esas dos fotos, por ejemplo, La parte más bella del cuerpo del hombre y La parte más bella del cuerpo de una mujer. Muchos fotógrafos sólo enseñan el pecho de las mujeres sin saber por qué… Mi libro no es simplemente acerca del deseo, sino acerca de cómo uno encuentra el cuerpo bello. Y en esa belleza está la sensualidad. No es razonable no sentir deseo. Verás, yo soy homosexual, pero me disgustan muchos hombres gays, no me interesa ese negocio. Creo en la intimidad del afecto entre gente del mismo género. Y si se expresan así, ¡fantástico!… Pero no estoy interesado en llevar aros en los pezones y todo éso. Me parece ridículo.

La parte más bella del cuerpo de una mujer

BdM: En El hombre desafortunado creo que se prueba que la poética puede ser más revolucionaria que los simples desnudos de Mapplethorpe.

DM: Odio a Mapplethorpe. Hay gente que viene a mí a enseñarme sus fotografías de travestidos y les digo, “¿Qué es lo que hiciste? ¡No hiciste nada!”. Ellos sólo muestran al tipo en su vestido y eso es descripción. Y les digo, “¿Queréis hacer algo realmente difícil?… Id al apartamento de ese mismo hombre a las 4 de la tarde, cuando no lleva su maquillaje y está sentado ahí, mirando su cigarro y bebiendo cerveza, y hace dos semanas que fue golpeado en la calle por 5 desconocidos, sus padres no quieren que vuelva a casa, no puede conseguir un buen trabajo, nadie le quiere y encima cree que tiene sida… Fotografía eso y entonces tendremos algo… Pero, por favor, no me enseñes “playmates” de Mapplethorpe. Es un insulto. Eso es trivializar. Mapplethorpe sólo describe homosexualidad, no hay afecto en las fotografías…

El hombre desafortunado (que no podía tocar aquello que amaba)

BdM: También dedicas constantes homenajes a René Magritte. ¿Qué es lo que te aportó?

DM: Cuando lo vi por primera vez a principios de los 60, no había libros de él y su trabajo no era nada conocido. Pero cada vez que me encontraba con sus pinturas, me despertaba, me provocaban contradicciones porque pintaba de modo realista y representaba ideas y contradicciones. Así que yo empecé a pensar que podía representar ideas. Pero yo tenía otro problema, y es que él como pintor gozaba de una gran libertad… él podía pintar un armario con el camisón de una mujer en el que podías ver sus pechos en él, lo cuál no podía ser realizado por un fotógrafo. Pero podía hacer otras ideas. Así que Magritte fue muy liberador para mí. Abandoné los libros de fotografía, ya que cuando yo empecé, no podía escribir en las fotos, no podía representar ideas. Así que me liberé, Magritte me liberó: si podía hacerlo, podía hacerlo… y no tengo que preocuparme más. Todo está en mi mente, todo está en tu mente, el universo está en tus manos.

René Magritte (1965)

BdM: ¿Qué misterio no ha sido fotografiado aún por ti?

DM: De Chirico dijo, “¿Qué más hay para el contemplar sino el enigma?.” Si eres un fotógrafo al que le va bien fotografiando adolescentes y las fotografías una y otra vez, no hay posibilidad… Pero en mi camino, donde todo es posible, no hay límite para lo que pienso. Según voy envejeciendo, me siento más y más libre, es fantástico. Y eso es porque creo que todo es posible. Cuando eres joven, cuando una persona tiene 21, todo es posible, pero nunca has sido derrotado, no has tenido realmente ninguna experiencia de vida. Pero lo que es aún más maravilloso es tener 69 años y todavía creer que todo es posible. Todo lo que viene a mi mente, lo respondo. Estoy trabajando más que nunca, es excitante. He escrito al menos 25 preguntas, he escrito qué es la nada, qué es la vida, qué es la muerte, qué es Dios, qué es el universo, qué es la naturaleza, qué es el deseo, qué hace que el arte sea arte, qué es el lenguaje, qué es el humor, qué es el sueño, qué es la memoria… todo, en 25 preguntas. La que abre el trabajo es una llamada “Yo en los bosques”, y en ella se ve a un hombre mayor que está dando la mano a un hombre joven, y el hombre joven soy yo cuando era joven, pero él no sabe que el viejo soy él mayor. Todo está escrito bajo la fotografía, y dice más o menos: “Él preguntó si sabía lo que la vida le reservaba, y yo le dije que la vida es una gran pregunta, y que como todas las preguntas, no puede ser respondida hasta que no es preguntada.” Y él pregunta preguntas que yo no soy capaz de responder porque es demasiado joven y no imagina lo que es ser viejo…

BdM: La honestidad y la verdad de tu trabajo te mantendrá vivo durante la eternidad, como en los cuentos de hadas…

DM: (Risas) Creo que cuando estás muerto, ya no importa nada. El gran gozo es mientras estás haciendo. Para mí el gran momento de placer es cuando una idea se me ocurre, es un instante de epifanía, ese es el gran momento. Y cuando realizo esa idea, es maravilloso, pero no mejor que cuando la idea viene. ¿Quién sabe de dónde vienen las ideas?

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