Entrevista a Clemente Bernad (I)
Clement Bernad lleva más de veinte años como fotógrafo y cineasta documentalista. Su último proyecto, Donde habita el recuerdo, es un ensayo documental sobre los trabajos de localización, identificación y exhumación de fosas de la guerra civil española.
Hemos dividido la entrevista en dos partes ya que Clemente tiene mucho por contar. Aquí os dejamos con la primera parte. Espero que os guste.
Fer: ¿Cómo crees que se está tratando el tema de los desaparecidos durante la dictadura franquista actualmente? ¿Crees que hay posibilidades de que se avance o crees que se va a estancar más?
El asunto de las miles de personas que fueron asesinadas en zona sublevada a partir del 17 de julio de 1936 es una auténtica ignominia que no solo habla de la extrema crueldad y falta de humanidad de una parte de españoles que eligieron acabar a través del terror y de la violencia con un régimen democrático que aún daba sus primeros pasos y que fueron mucho más jejos al gestionar despiadadamente la memoria de los derrotados ejerciendo el gobierno sobre ellos a través de una dictadura criminal, sino que es una de los síntomas y de las claves para comprender los enormes déficits democráticos que dejó una transición enormemente injusta y cuyas carencias son cada vez más palpables.
Creo que el camino que se inició a partir de la exhumación de Priaranza del Bierzo en el año 2000 es imparable, porque supuso que se abriese un agujero en el muro de silencio que hasta entonces había ocultado interesadamente esos crímenes y todas las terribles circunstancias que los rodean. Durante este tiempo se ha trabajado en diversas condiciones políticas, económicas, judiciales, etc. y los trabajos continúan realizándose supliendo las carencias que puedan existir con un gran esfuerzo personal por parte de miles de personas, y creo que seguirán realizándose, a pesar de todo.
Pero aunque la cuestión de las exhumaciones sea de una importancia capital puesto que evidencia los crímenes y sella multitud de procesos de duelo pendientes, creo que el caballo de batalla está en asumir los hechos y darles una interpretación política a la luz del presente. No creo que sea el tiempo de palabras que habitualmente suenan mucho, como perdón o reconciliación, sino de dar las explicaciones correspondientes y de ser capaces de saber exactamente dónde está la línea que separa un proyecto político de libertades y un régimen totalitario y criminal.
¿Cuáles son las principales dificultades con las que te has encontrado realizando este trabajo?
Cuando me enteré en 2000 de cómo se estaba realizando estaba exhumaciones sentí que yo tenía un lugar como fotógrafo junto a todas aquellas personas que se juntaban alrededor de una fosa común, para hacer precisamente lo que vengo haciendo desde hace años, que no es otra cosa que contarlo. Creí que contarlo de la manera más eficaz posible era algo absolutamente imprescindible, tanto como realizar la propia exhumación, puesto que el silencio impuesto por los criminales precisamente perseguía lo contrario, así que esa voluntad de contarlo era en realidad una actitud militante. Hay trabajos a los que te enfrentas desde la ignorancia, otros desde la curiosidad, otros desde la estupefacción, desde las rabia, desde la duda, etc. Yo me enfrenté a este tema desde la necesidad de que mi trabajo fuese realmente útil, que sirviese efectivamente para romper el silencio.
Durante la realización del trabajo, las dificultades han sido fundamentalmente metodológicas o relativas a las decisiones lingüísticas que debía tomar para elaborar mi propio discurso documental. Finalmente, decidí trabajar con 2 tipos muy diferentes de imágenes: por un lado imágenes que guiasen al espectador por el proceso de exhumación de fosas, que no ofreciesen excesivas resistencia a su lectura, y que, al mismo tiempo, aportasen una gran dosis de ternura y de calor. Quería que mi mirada en esa parte del trabajo fuese muy cálida, tanto como para contrarrestar en lo posible todo el drama y la tragedia que se acumula entorno a las exhumaciones.
Por otra parte, la cuestión era cómo representar visualmente el horror, la muerte… Es decir, cómo tratar los huesos, los restos humanos que aparecen cuando se excava una fosa. Decidí que en este caso era pertinente hacer pasar al espectador de estas imágenes por el trance de contemplar sin paños calientes los huesos, sin tratar de ocultarlos a través de eufemismos o de caminos indirectos. La cuestión es que aunque podamos pensar que ya hemos visto estos huesos y que ya conocemos lo que sucedido, realmente no es así. Nada más lejos de la realidad. No hay apenas información sobre los crímenes, sobre los lugares, las circunstancias, etc. No sabemos nada en realidad. Y, por supuesto, jamás hemos visto uno solo de esos huesos que ahora precisamente salen a la luz. En realidad, sería partidario de poder mostrar todos y cada uno de los huesos que se exhuman, todas y cada una de las heridas, de los agujeros de bala, para que fuésemos conscientes de la verdadera dimensión del crimen.
Además, creo que la íntima voluntad de los asesinos fue precisamente el imperio del silencio y del ocultamiento y elaborar un discurso elusivo sería hacerles el mayor de los favores y, realmente, ésa no es mi intención. Es también una manera de plantar cara a esa especie de complejo de superioridad moral que se ha instalado desde hace tiempo y que demoniza inopinadamente los discursos que muestran la violencia de forma más explícita, cuando lo realmente importante es saber en qué momento optar por una solución u otra. Pero las mayores dificultades han venido después de haber concluido el trabajo y justo cuando tomamos la decisión de hacerlo público en forma de libro…
El libro Desvelados es auto editado, ¿por qué has optado por esta opción?
En principio el libro iba a ser editado por una gran editorial especializada en libros de fotografía, arte y literatura contemporánea con la que trabajamos durante varios meses en la confección del libro: concepto, diseño, secuencia de imágenes, encargo de los numerosos textos que contiene, correcciones, traducción, pruebas de fotomecánica y de impresión, etc. Cuando el libro estaba a punto de entrar en imprenta, la editorial mostró su disconformidad con alguno de los textos y en general con el espíritu del libro, planteando la posibilidad de no publicarlo si no se suprimían ciertas partes. Así las cosas, decidimos optar por la autoedición para evitar que el libro no se publicase y fundamentalmente porque se trata de un libro cuya principal razón de ser es colaborar a romper el silencio sobre algo que ha sido sistemáticamente silenciado, manipulado, ocultado y tergiversado durante 75 años. Creímos que realmente no había otra alternativa y que un libro de estas características no podía ser silenciado porque eso significaría silenciar una vez más a las víctimas. Así que no ha sido algo premeditado sino la desgraciada consecuencia de algo que no debió ocurrir. Además del fuerte impacto económico, me decepcionó el comprobar cómo el miedo y el interés siguen plenamente vigentes y aparecen justo en el momento adecuado, y cómo las apariencias nos siguen engañando.
Fer: ¿Te resultó difícil acercarte a las familias de los desaparecidos? ¿Te has encontrado con alguna familia que no quisiera recordar y haya optado por el silencio?
No, realmente no fue difícil el acercamiento a las familias o a cualquier persona que estuviera en las fosas comunes o en el resto de lugares que forman parte del trabajo. Es cierto que son espacios y momentos complejos en los que pasan cosas muy diferentes e imprevisibles y que exigen un gran esfuerzo para responder adecuadamente en cada momento con el tono documental adecuado. Siempre me han preocupado mucho las situaciones en las que la gente puede sentirse cautiva emocionalmente y sea tan vulnerable que no sea capaz de oponerse al trabajo de un fotógrafo si lo cree necesario, y creo que en esos casos es obligado calibrar perfectamente si realmente uno puede estar aprovechándose de esa debilidad. En este caso, y a pesar de la enorme intensidad, no sentí en ningún momento esa sensación, quizás porque durante una exhumación se suceden de forma constante momentos muy diferentes entre sí, lo que hace que todos los que allí se encuentran sean capaces de recargarse emocionalmente.
He encontrado familias con ciertas dificultades para gestionar el pasado de alguno de sus miembros, pero no suele ser lo habitual. Por contra, hay miles de familias que han visto cómo las versiones oficiales sobre sus miembros asesinados se disolvían como un terrón de azúcar cuando se abría la fosa y cuando se empezaba a hablar, a recordar y a poner en común experiencias e ideas en público y sin miedo. Hay un enorme trabajo sobre las consecuencias psicológicas en las familias, un daño que viene de lejos, que no se detiene en el presente y que hay que saber llevar.
Fer: Tienes algún proyecto inacabado. Acabas de publicar el trabajo Donde habita el recuerdo. ¿Cuando uno se da cuenta de que el proyecto se ha terminado? Al dedicarle tanto tiempo y tanta energía al mismo proyecto ¿no te quedan ganas continuar con él?
Tengo muchos proyectos inacabados o aún en marcha, de manera que los dejo reposar y cada vez que los retomo ya no somos iguales, ni el proyecto, ni yo mismo, hemos evolucionado. Creo que eso es muy positivo y así cada proyecto madura con lentitud. Digamos que después de 9 años de trabajo en este proyectó decidí que era el mejor momento para mostrarlo públicamente en la forma adecuada, es decir, insertándolo en un contexto más amplio junto a otros discursos y en distintos soportes (un libro, un cortometraje documental y una exposición multimedia). Pero es verdad que este tipo de proyectos nunca se abandonan, así que continúo siguiendo algunos hilos que dejé sueltos, y probablemente pensando en el tema de una forma diferente, después de haberme ‘liberado‘ de alguna manera por un tipo de discurso que quería elaborar y que ya está terminado. Cuando se hace un proyecto tan largo quedan ganas de seguir en él pero también hay ganas de cambiar de registro y de atender otros intereses.
Gervasio Sánchez ha estado trabajando el tema de los desaparecidos en distintos países y actualmente también se ha centrado en España ¿Qué opinión te merece su trabajo?
Tanto Gervasio como su trabajo encarnan muchas de las cualidades que admiro en las personas, en los fotoperiodistas y en los buenos trabajos periodísticos o documentales, y desde luego su trabajo sobre los desaparecidos es de un enorme valor y honestidad. Tengo que decir que desde que empezaron las exhumaciones en el año 2000 tengo la sensación de que no han concitado el suficiente interés por parte de los periodistas, de los documentalistas, de los fotógrafos, así que para mí fue una satisfacción comprobar cómo Gervasio se ha centrado también en los últimos tiempos en España.
Por otra parte, creo que este tema necesita de muchas miradas, de muchos discursos, de muchos reportajes y de muchas voces. Nosotros hemos basado precisamente la contextualización de los discursos del libro en ese punto, para luchar contra la versión oficial franquista, contra los discursos únicos y totalizadores. Creo que cuantos más seamos trabajando sobre este tema más útiles serán nuestras imágenes y más contribuiremos a terminar con el silencio, con el olvido y con la impunidad sobre estos asesinatos.